Ovidio Zapico de IU: “La proliferación de eólicos suponen un impacto que puede tener efectos letales”

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-Valoración de la nueva PAC.

-No nos gusta, porque creemos que no sirve para lo que debería asegurar la política agraria común que es, en primer lugar, la soberanía y seguridad alimentaria y, directamente relacionado, con la garantía de futuro para las gentes del campo europeo, español y, por supuesto, asturiano. Por citar sólo algunas de sus deficiencias, no aborda mecanismos eficaces para la fijación justa de precios, uno de los grandes problemas de la agricultura y que es una de las principales preocupaciones del pequeño agricultor/a, asfixiados, muchas veces, como eslabón más débil de toda la cadena de valor. Se abandona a su suerte a la juventud que quiere dedicarse al campo y no concreta las medidas de apoyo a las mujeres agricultoras.

-¿Qué opina de la inclusión del lobo en el LESPRE? ¿Y del retraso del pago de los daños? ¿Qué piensa de la labor de la reciella casi extinta?

-Nos parece que se ha tratado de hacer una regulación homogénea para una especie que no es igualmente homogénea en su distribución, y eso ha generado dificultades y confusión. Izquierda Unida ha defendido la gestión del Lobo a través de las herramientas que ya existían y estaban a disposición del Principado de Asturias. Somos conservacionistas, pero creemos que es necesario compaginar la vida salvaje con las actividades tradicionales en el campo asturiano, por tanto, se necesitan políticas preventivas para garantizar tanto la viabilidad de la especie como la continuidad de esas actividades tradicionales sin las que se acabaría la Asturias que conocemos, y eso no puede suceder. Es también muy importante que la Administración sea ágil a la hora de pagar los daños que puedan producirse. Sinceramente, creo que, con el Plan de gestión del lobo se conseguía la protección del cánido y también se aseguraba que los ganaderos extensivos de nuestras montañas pudieran convivir.

-Después de los incendios. ¿Cuál es su valoración? ¿Qué modificaciones realizaría su partido en la Ley de Montes? ¿Qué opina de los acotamientos en zonas quemadas?

-En primer lugar, lamentamos la ausencia de una política forestal para Asturias, que ordene nuestros montes y garantice no sólo su rentabilidad económica, sino también su viabilidad medioambiental.

Los incendios pueden tener que ver con las legislaciones, pero, sobre todo, con las políticas agroforestales, con la gestión de los montes. En Asturias, y desde IU, llevamos advirtiendo desde hace mucho que las cosas no se están haciendo como se debiera, con la suficiente rapidez y afinidad. Por ejemplo, en la contratación de las cooperativas. El bosque asturiano no puede convertirse en un paraíso matorral, porque eso lo que genera es una gran cantidad de combustible que, por actos intencionados que podrían calificarse de terrorismo medioambiental, o por mala suerte, como consecuencia de un rayo, son un auténtico polvorín. Necesitamos luchar contra la lentitud administrativa. El Gobierno habla mucho de la guerra contra la burocracia, pero parece que la única a la que presta interés es a aquella que afecta a los grandes conglomerados empresariales. IU lo que plantea y exige es aplicar toda la presión para reducir la burocracia en estas otras materias que va a afectar a cuestiones de tal importancia como la protección de nuestros bosques y de los ecosistemas naturales y humanos aparejados. Los recursos humanos y materiales siempre son susceptibles de mejorarse y aumentarse, pero también, y ahí fallamos, de lograr la máxima eficacia con una buena gestión.

-Se prevé una bajada del precio de la leche y se ha dejado de cebar terneros por el aumento de costes de producción. Los cierres son continuos. ¿Cómo ve la situación a futuro?

-No es fácil y no parece que vaya a mejorar si no se toman medidas. Creemos que es necesario revisar la política agraria común en distintos aspectos y, uno de ellos, tiene que ser el de la garantía para los productores de lograr sostenerse como una pieza indiscutible de la soberanía y la seguridad alimentaria de la Unión. Las explotaciones asturianas tradicionales tienen que tener futuro, tanto por lo que implican desde esa perspectiva de la seguridad y la soberanía de la que le hablaba, como por su sostenibilidad y capacidad para gestionar un territorio que, de otra forma, se convertirá en un desierto de difícil gestión.

-Para mantener las ganaderías existentes con titulares de más de 50 años ¿qué medidas se podrían tomar?

-Mecanización hasta donde se pueda, pero también planes para la incorporación de jóvenes ganaderos, todo ello acompañado por un fortalecimiento de los servicios públicos en las zonas rurales. No hay recetas mágicas, pero está claro que sin una apuesta clara por fijar población, con actividad que genere empleo y riqueza, y con unas coberturas sociales, educativas, sanitarias y unas buenas comunicaciones, no será posible.

-Las ganaderías cuya base territorial es el monte comunal enfrentan los problemas del matorral y la fauna salvaje, ¿tienen futuro?

-Tienen que tenerlo. Hay que ser capaces de llegar a un equilibrio que permita la convivencia. Quizás en un lugar concreto la producción no pueda ser de cantidad, pero sí de cualidad y calidad, que será el hecho diferencial que permita a quien la produce mantenerse. Yo incluiría también entre las amenazas el descontrol en lo que es la proliferación de las explotaciones eólicas, que suponen un impacto que puede tener efectos letales, tanto porque una parte de territorios susceptibles de formar parte de las superficies de la PAC dejarán de serlo, como por el desbarajuste que supone carecer de una planificación clara.

-Hablemos de relevo generacional, ¿cree que esta situación incentiva a los jóvenes? Con respecto a las ayudas a la incorporación, transcurrido el periodo de compromiso muchos abandonan.

-En muchas profesiones se habla de vocación y todo lo que está relacionado con la agroganadería es, sin duda alguna, muy vocacional: tiene que gustarte lo que haces, tienes que amarlo, porque la vida en el campo puede ser tranquila, pero no fácil. El abandono creo que tiene que ver no con el desinterés ni con la falta de vocación sino con un modelo que no cuida a los pequeños productores tradicionales, a pesar de que hoy nadie pone en cuestión de que la sostenibilidad no va unida a las macrogranjas, sino a explotaciones menores, familiares, extensivas.

-El despoblamiento en las alas asturianas es una realidad. ¿Qué planes tienen al respecto?

-En las alas o en el centro de Asturias lo que fija la población es el empleo y los servicios a la ciudadanía. Si en las alas la sangría demográfica es mayor es, precisamente, porque las opciones de empleo son menores. Casos como los de la comarca de Navia, con algunas grandes empresas, que son el motor industrial de la zona, son excepcionales. Tenemos, por tanto, que aprovechar todos nuestros recursos, agrícolas, ganaderos, forestales, pesqueros y, cómo no, el propio territorio que puede ser una herramienta más para atraer visitantes y riqueza ligada a un turismo de calidad y sostenible. Pero no solo es necesario intensificar esas vías; las administraciones tienen además la responsabilidad y la deuda pendiente de dotar a todas estas zonas más alejadas de unas comunicaciones seguras y rápidas, tanto por carretera como las virtuales. Creo que también es necesario un plan global que entienda la red de vía estrecha como una oportunidad para vertebrar el territorio y acercar poblaciones y servicios públicos que tienen que reforzarse, en sanidad, atención a personas mayores y dependientes, pero también en educación o en acompañamiento de aquellas personas de las zonas rurales que quieran emprender.