Urrechu Velázquez, El Cielo de Urrechu y A’Kangas by Urrechu han sido los restaurantes donde se han podido degustar las carnes de los bueyes cebados en Cangas del Narcea. Una salida comercial de primer nivel para los más exigentes paladares de la mano del cocinero Íñigo Urrechu, quien se reconoce “un perseguidor de la mejor materia prima” para lo que va de la mano de “amigos/proveedores” que le ofrecen garantía de calidad, como es el caso de Los Norteños. “Qué cosa tan bonita tener referencias del ganadero que ceba el animal, el matadero… para que la carne llegue al comensal y la disfrute, en el plato es donde se reconoce a un profesional que haya sabido representar sin faltar al respeto a la cadena eso para mí es la gastronomía en sí”, explica el mediático cocinero. Sus socios, Manuel Marrón y Antonio Menéndez, también tienen raíces en Cangas del Narcea, por lo que les une un lazo de amistad con Pedro Rodríguez de Los Norteños, punto en común con el criador de los bueyes. Que Íñigo Urrechu sea vasco, hace que todo se quede en el norte y el producto se deguste en Madrid a través de los más cuidados fogones.

-¿Siempre tienen buey en carta?

-No, bueyes no hay tantos, los tienes de manera puntual como ha sido este caso, con una repercusión importante en el comensal. Soy un empresario y cocinero honesto, ofrezco toda la verdad sobre el producto, trazabilidad… y no puedo tenerlo en carta porque no tengo unas garantías de un producto que hay, pero no en la cantidad que quisiéramos, al menos en el volumen de restaurantes de Urrechu. Pero como tenemos amigos como Pedro de Los Norteños, nos lo ofrece cuando lo tienen, y lo ponemos fuera de carta.

-El consumidor que demanda buey ¿sabe lo que come?

-El cliente cuando viene a según qué tipo de restaurante, en un porcentaje muy alto sabe lo que pide y lo que come.

-¿Ya han consumido toda la carne de buey?

-Se ha consumido más del 60%, el resto está en maduración y se saca según venta. Soy un loco de la gastronomía, la auténtica joya de un restaurante es el producto y el comensal, no el cocinero y quería tener la carne ya, pero hay que madurarla, y el comensal la ha disfrutado horrores. Lo primero que sacamos fue el solomillo, el lomo, la picaña… Tuve cierto respeto al principio, porque este producto se cobra barato para lo que vale, pero tiene un importe importante. Estoy contento de lo que estoy dando y mi sorpresa es que cada una de las personas que lo han probado, han repetido, independientemente del precio, porque es algo único. Mi premisa es la calidad, por lo tanto busco lo mejor.