Jesús Arango: “Las nuevas tecnologías son fundamentales en la revolución del mundo rural”

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El futuro de la Asturias rural pende de un hilo tras años de políticas agrarias ineficaces o poco acertadas, la situación es preocupante y un grupo de personas comprometidas con la región han plasmado en la Declaración de Monteagudo su visión a través de sus conocimientos y experiencia. Se trata de Jesús Arango, Francisco Rodríguez, José Cardín, Santiago Menéndez de Luarca, Marcelino González y Roberto Paraja. El objetivo: crear un debate social y reflexionar sobre la necesidad de salvar las zonas rurales además de la forma de vida sus habitantes, que cada vez son menos.

Abogan por un modelo de poblamiento disperso, para lo que es imprescindible una profunda reestructuración de la administración autonómica que requiere la descentralización, ruralización de determinados servicios públicos en las alas de la región sobre la base de una red de banda ancha global para toda Asturias. El reequilibrio territorial exige una Agenda Rural. Ven imprescindible combatir el despoblamiento y la exclusión social promoviendo iniciativas que potencien la economía local y mejoren el acceso a los servicios básicos, la bioeconomía, las soluciones energéticas verdes, la innovación tecnológica y social, y actúen para acortar la brecha digital. También el futuro del mundo rural asturiano debe partir de una necesaria e imprescindible revisión regulatoria y simplificación administrativa que deben responder a criterios de desarrollo territorial y no ser, en ningún caso, un obstáculo para ello.

-¿Cómo surge la idea?

-Algo había que hacer, coincidíamos. Fueron conversaciones cruzadas y trabajamos en ello. No los seis pensamos lo mismo, la Declaración plasma los puntos en común. La prioridad es visibilizar el problema, los presupuestos se gastan en la zona centro y creo que sería más útil que los políticos tengan menos cariño a los agricultores y les dediquen más presupuesto. De seguir así en dos o tres décadas los urbanitas vivirán rodeados de jabalís, lobos y osos. Asturias fue la región más pobre de España según estudios del S. XVIII. Más tarde, con la revolución industrial del carbón, las alas continuaron viviendo en el S. XIX. Hay una frase del profesor Adolfo García que dice que las zonas rurales le dieron a Asturias pan, paisaje y paisanaje y ahora son víctimas del abandono, que hasta quieren imponernos a los pueblos cómo debemos hablar, una lengua inventada en la ciudad. La cultura urbana va creciendo y la política no se hace por ideas, sino por encuestas en las que opinan votantes urbanos, de ahí las políticas que tenemos.

-¿Cómo ve la situación del sector lácteo?

-En ganadería de leche, hay que saber cuáles son los costes de producción, hace 12 años hice un estudio que ya reflejaba que una explotación de 450.000 litros perdía 25.000 euros al año. Se ha conseguido mejora genética, se ha desarrollado el aumento de producción sin base territorial, se ha invertido en maquinaria, mejorado también en alimentación, forrajes o abonos pero no se ha mejorado la gestión económica para obtener rentabilidad. Llevan la cuenta del margen bruto, lo que entra y lo que sale, pero hay que tener en cuenta el sueldo, la amortización de maquinaria y el tipo de interés de las inversiones realizadas. Falta voluntad política para poner en marcha esa educación en gestión económica. Para buscar la cura de la enfermedad primero hay que hacer un buen diagnóstico y actualmente no hay datos. La Consejería de Medio Rural y Cohesión Territorial está elaborando unos índices para ello, ya tardaron, y soy escéptico.  Ahora hay 1.600 explotaciones, con la informática de hoy es facilísimo saber sus datos y estructuras de costes por tamaños y en función de ello darles soluciones. Si viven en zona de montaña hay que darles indemnizaciones compensatorias más grandes y si tienen cerca industria que puedan trabajar en otra cosa tiene una opción para complementar. Es lo que se hace en Europa. Hay que racionalizar las explotaciones y disminuir los costes, y tener otras producciones o agroturismo. No hay recetas únicas pero hay que conocer los datos y tomar decisiones. Hay infinidad de cosas que hacer y el gobierno de turno tiene que asumir el cambio.

-¿Y el sector de vacuno de carne?

-Son el 80% de las explotaciones asturianas y no sabemos nada de costes de producción, aunque lo que tenemos son unas posibilidades enormes en los pastos de montaña. La reciella, desde el 2000 se redujo en un 50% y en los últimos años sube el censo. En el S.XIX había medio millón de ovejas en Asturias y ahora hay 75.000 y tenemos pastos. La gente tiene que posicionarse con el lobo y perder el miedo al ecologismo, la gente tiene que vivir. Queremos desarrollar Asturias en ganadería extensiva pues hay que controlar al lobo, cuando era consejero hice un contrato a un señor de Caso que definí como controlador de especies protegidas, era un alimañero.

-¿Está desaprovechado el potencial forestal?

-Tengo la mejor base de datos sacada del catastro, hay 503.000 hectáreas de comunales entre comillas, habría que analizar de qué tipo. Es necesario aclarar la propiedad y devolverla de forma organizada, la legislación complejísima. El 50% de la superficie de forestal sin aprovechamiento y hay que compatibilizar árboles y pastos, esa concepción aquí falla, en Europa se hace. En mi época hicimos algunas transformaciones de monte en pastizales, unas salieron bien y otras mal, hay que arriesgarse. Empezaría por un sitio concreto, por ejemplo El Valledor, para hacer una planificación nueva con territorio forestal, producciones, aplicar técnicas innovadoras de pastoreo rotativo, traer inmigrantes y formarlos en la escuela de pastores, traer nuevos pobladores a habitar casas que están medio en ruinas… esto lo hizo Campomanes en el S. XVIII.

-Apuestan por los Alimentos de Asturias.

-Si el objetivo es llegar a mercados mundiales los alimentos deben ser de Asturias, no del paraíso, que alguien de Hong Kong no lo identifica. Somos una región pequeña y para tener crecimiento económico tenemos que ir más allá.

-En términos generales, ¿cuál es la solución?

-Reconocer que la Asturias rural es diversa, nada tiene que ver el occidente de Los Oscos con los Picos de Europa. Para eso el Gobierno necesita tomar decisiones políticas claras, la descentralización. La Administración debe de desplegarse en el territorio hacer planes comarcales de la política agraria, el despliegue de servicios públicos, el modelo de escuela rural con una educación de calidad combinada con nuevas tecnologías, la telemedicina. Asturias se nos muere.

-¿Cómo se podría combatir la despoblación?

-La demografía es una muerte anunciada, hay que crear actividad económica  con ideas e innovación y traer gente de fuera.

-¿Vamos tarde?

-Obviamente se ha perdido el tiempo, no se ve la gravedad del problema. Sobrevivirán explotaciones pegadas a la tierra aprovechando al máximo los recursos naturales y complementándolo con otras actividades o con indemnizaciones compensatorias adecuadas. Hay esperanza hasta el final. La revolución del mundo rural se llevará a cabo con las nuevas tecnologías.