Cultura alimentaria y consumo sostenible para el futuro de la alimentación

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Ayer 16 de octubre, se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Alimentación. Una celebración especial, como lo está siendo todo en este 2020 debido a la pandemia de COVID-19. El mundo sufre una crisis global con pocos precedentes. Una crisis que se extiende por los más diversos ámbitos de la sociedad y de la economía. Sin embargo, el sector agroalimentario aparece como un refugio, estable y seguro, en estos tiempos tormentosos.

El sector agroalimentario no es una entelequia. Está formado por miles de hombres y mujeres, de cooperativas y empresas, que producen los alimentos, los manipulan y los distribuyen para que lleguen a los hogares de todo el mundo. En este Día Mundial de la Alimentación, que coincide además este año con el 75º aniversario de la FAO, debemos reconocer que el sector agroalimentario está demostrando su potencia, su madurez y su fiabilidad.

Esto es así en la mayor parte del mundo. Sin embargo, no podemos obviar que 1 de cada 9 personas en el mundo pasan hambre. Fundamentalmente en África, pero también en Asia y en América Latina. Como contrapunto, según la OMS, en 2016, más de 1.900 millones de adultos en todo el mundo tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran directaremente obesos.

¿Cómo hacer frente a semejante incongruencia? ¿Cómo puede el mundo acabar con el hambre, al tiempo que se reducen los índices de obesidad? ¿Cómo reducir el desperdicio alimentario, disminuyendo la huella de carbono de la cadena alimentaria en su conjunto? Son enormes retos, no cabe duda. Y los agricultores y ganaderos tenemos mucho que decir y que aportar.

Agricultura y ganadería familiar, cultura alimentaria y consumo sostenible

Desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos apostamos por tres conceptos clave que deben sustentar el futuro del sistema alimentario: la cultura alimentaria y el consumo sostenible. La cultura alimentaria es clave para luchar contra los trastornos alimenticios que afectan a millones de ciudadanos. Asumir que la alimentación y su expresión más placentera: la gastronomía, deben ser un placer cotidiano que nos nutre y nos alimenta, y no sólo nos mantiene vivos.

En España lo tenemos fácil, la Dieta Mediterránea es una de las mejores del mundo. Y lo es porque es variada, saludable y exquisita. Pero la labor de pedagogía debe ser constante. Debe haber mucha más formación, en todas las fases del sistema educativo, pues comer bien, cocinar bien y comprar bien es algo que debe aprenderse.

Una cultura alimentaria adecuada debe llevar aparejado, lógicamente, un consumo sostenible. Y en eso volvemos a ser unos privilegiados. En España disponemos de, probablemente, la mayor y mejor oferta de alimentos frescos y de temporada del mundo. Verduras, frutas, cereales, legumbres, carnes, huevos, lácteos… De todo ello disponemos a un precio razonable, en cantidad y calidad máximas.

Los agricultores y ganaderos nos sentimos orgullosos de alimentar al mundo. Pero no cabe duda de que hacemos frente a amenazas de enorme magnitud: la más importante, la falta de rentabilidad de nuestras explotaciones debido, fundamentalmente, a los desequilibrios en la cadena de valor de los alimentos. Unos desequilibrios que no son fruto del azar o la casualidad. Son, en la mayor parte de los casos, buscados por determinados eslabones con intereses maniqueos. Esa falta de rentabilidad lleva a la falta de relevo generacional, y al despoblamiento del medio rural. Como sociedad, no nos lo podemos permitir.

La pandemia que atravesamos estos días nos está haciendo percatarnos de muchas realidades que permanecían ignoradas. Una de ellas es la potencia y la fiabilidad de la agricultura y ganadería en España, que alimentan al país –y al resto de países, pues somos el principal sector exportador–. Otra es que esa agricultura está sustentada por personas, cerca de 800.000 personas que vivimos y trabajamos en los pueblos, luchando además contra el despoblamiento de la España vaciada.

En Europa, el 95,2% de las explotaciones agrícolas y ganaderas son familiares. Somos millones de familias trabajando cada día, luchando por la mayor de las sostenibilidades: que nuestros hijos e hijas puedan continuar la tarea y desarrollar su vida en el pueblo. Ese es uno de los puntales de la lucha contra el hambre y por una alimentación plena y consciente. Nosotros estaremos ahí, hasta el último aliento, solo pedimos que los poderes públicos estén ahí también, reconociendo, defendiendo y apoyando. Solo así lograremos un futuro alimentario mejor para todos.

Comité Español del Decenio de la Agricultura Familiar

El mundo celebra en estos momentos el Decenio de la Agricultura Familiar 2019-2019. La ONU, y en especial la FAO, impulsan esta celebración orientada a salvaguardar este modelo de producción de alimentos. La semana que viene se constituirá en España, como ya se ha hecho en otros muchos países del mundo, el Comité Español del Decenio de la Agricultura Familiar. Un organismo colaborativo, formado por organizaciones agrarias, rurales y medioambientales, que liderará los trabajos para que esta efeméride se convierta en avances concretos.