Quesería Enrique Remis: “Este año tendremos que subir el precio del queso para que nos salgan las cuentas”

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Belbín es uno de los muchos parajes idílicos que podemos encontrar en Picos de Europa. Esta majada, situada a 1059 metros de altitud y a pocos kilómetros de los Lagos de Covadonga, es transitada por un gran número de personas, pero muy pocos son capaces de aguantar la mayor parte del año en un entorno tan agreste. Es el caso de la familia Remis, quienes llevan pastoreando a su ganado y produciendo Gamonéu del Puertu generación tras generación. Enrique Remis padre y su mujer, Pilar Amieva, siguen acompañando a sus hijos, Enrique y Rubén, y se reparten las tareas propias de un oficio milenario.

“Los orígenes de esta quesería vienen de mis antepasados y mi hermano y yo somos la tercera generación”, explica Rubén, para quien “esto es como cualquier otro trabajo pero, si no lo mamas y no te gusta, olvídate. Si estás delante de un ordenador, tiene que gustarte. A mí no, así que no valdría para ello”.

En cuanto a volumen de ganado, Rubén detalla que “tenemos vacas, cabras y ovejas para elaborar el queso de tres leches. Tenemos unas 200 ovejas y 70 cabras. Vacas tenemos ocho de Parda de la Montaña y negras, que son cruce de Parda con Casina. Las ovejas son carranzanas y lachas, mientras que las cabras son las del país de siempre, las mantrinas”. La alimentación, completamente natural y basada en los pastos de la zona, la complementan con “maíz en grano. Es lo único que tenemos que comprar, pero este año está por las nubes”. Con una producción anual de en torno a mil kilos de queso, Rubén Remis desvela que “dependiendo de la proporción de cada leche, necesitaríamos unos 15 litros de leche de vaca para elaborar un kilo de queso, mientras que, con la de oveja, nos valdría con ocho”. Además de los animales destinados a producción de leche, en la quesería Remis aprovechan el suero sobrante para cebar a sus cerdos y tienen un gallinero para su consumo particular.

Proceso de elaboración

En verano, la jornada de trabajo de los Remis comienza a las 6 de la mañana. Según Rubén, “por la mañana, ordeñamos y echamos el cuajo. Por la tarde, volvemos a mecer para echar al día siguiente a cuajo lo de la mañana y la tarde. Suele ser siempre la misma rutina y el proceso de elaboración es sencillo. Echamos la leche de la noche con la de la mañana al cuajo. Después, lo rallamos, lo desueramos y va para los moldes. Si por la noche está para echarle la sal, lo hacemos. Si no, esperamos a la mañana siguiente. Luego, les damos vuelta y los llevamos a curar con humo de fresno y castaño. El siguiente paso es dejarlos madurar un mes antes de llevarlos a la cueva, donde se dejan un mínimo de 60 días, pero pueden estar todo el tiempo que quieras. Cuanto más tiempo tenga en cueva, mejor sale”, añade. El uso de leche cruda, el ahumado y el paso por la cueva le aportan al Gamonéu un sabor característico y diferencial. Para Rubén Remis, “no hay ningún secreto para que salga un buen queso. Lo más importante es que todo el proceso sea lo más natural posible. Es lo que marca la diferencia”.

Importancia de la DOP y premios

La comercialización y promoción del Gamonéu constituyen otro factor determinante para dar salida a sus productos. En ese sentido, Remis recalca que “la DOP es muy importante para poder vender nuestros quesos fuera y que lleguen a todos los puntos. De otra forma, solo lo podríamos vender a particulares y estaríamos más limitados. Además, ahora mismo, eso es ilegal. La DOP vale para muchas funciones. Dan mucha guerra de tránsito de papeles, pero nos llevan un registro de la leche, nos la catan y podemos saber si está bien o mal. Nos ayudan a mucho”. En cuanto a ventas, explica que “esperamos a que llegue el puente del Pilar, en octubre, para vender. Lo del año pasado, lo acabamos todo en julio”. Tal es el éxito de los quesos de Enrique Remis que han obtenido numerosos galardones por su sabor y calidad. “Ganamos varios primeros y segundos premios en los certámenes. Para nosotros significa mucho, porque es dar un reconocimiento al trabajo que estamos haciendo”, explica Rubén.

“La naturaleza es la que manda”

Pero, aunque la majada de Belbín resulte un paraíso para el visitante en días con buen tiempo, la climatología es la que manda en un entorno como Picos. Según Enrique Remis padre, “cuando sale lo blanco, hay que irse. Es muy guapo estar aquí un día como hoy, pero no tanto cuando está de niebla o lloviendo. Es duro pero, los que estamos criados en ello y no vimos otra cosa, aguantamos”. Tras toda una vida dedicada al oficio y ya jubilado, Remis tiene claro que seguirá subiendo al puerto mientras la salud se lo permita. “Estaremos aquí hasta que la nieve nos eche.

Tengo aquí el relevo y ayudo la jefa y a mis hijos”. Por su parte, Pilar Amieva, su mujer, explica que “estamos aquí desde junio hasta octubre o noviembre, dependiendo de cómo venga el tiempo”.

Respecto al clima y la sequía de los últimos meses, Enrique Remis subraya que “conocí secas y nevadas gordas y nadie hablaba de cambio climático. El matorral, cuando se junta, da igual que vengan los bomberos porque la que manda es la naturaleza. Da igual que sea para llover, que para quemar. Con ella no puede nadie. No se puede hacer nada contra ella. Por ejemplo, hace 15 años que casi no nieva. La nieve es necesaria porque es la que aguanta el agua, pero pueden venir otros 20 años en los que no pare de nevar”.

Subidas en los forrajes y escasez de agua

Sin embargo, existen otros problemas que hacen peligrar su actividad y que no tienen su origen en la climatología. “La subida de los forrajes nos está afectando mucho. Es cuatro veces más de lo que valía el año pasado”, explica Rubén Remis quien remarca que “este año tendremos que subir el queso de precio igual que sube todo. Si nos suben a nosotros, tendremos que hacer lo mismo porque si no, no salen las cuentas. Nosotros trabajamos el año entero para ganar un poco. Hacerlo para perder o cubrir costes no tiene sentido”. Para su padre, otra de las dificultades a las que se ven sometidos es la escasez de agua para abrevar a su ganado. “Llevo 30 años machacando con la dirección del Parque Nacional para poner unas balsas de agua para las vacas y no hay forma. Nos dicen que tendría impacto medioambiental y que podrían entrar los turistas a bañarse. Pues que se cierren. Pero es la disculpa para salirse del rollo”, denuncia. Según Rubén, “cuando hicieron estas queserías, mi padre pidió un depósito de cincuenta mil litros y le dijeron que con uno de diez mil era suficiente. Al año siguiente, hubo que poner otro más de diez mil. Este año, si no es por el alcalde de Onís, que hizo que nos subiesen agua cada dos días sin coste para nosotros, no podríamos seguir. Llevan desde julio subiendo las cubas. Si hubiese un depósito como Dios manda y una balsa que lo recuperara, no tendríamos problemas para darles de beber a nuestros animales”.

Gestión del lobo

Respecto al anuncio de abatir dos lobos en Picos de Europa, padre e hijo se muestran escépticos. “Dicen que van a controlar el lobo, pero es engañar a toda la gente. Ahora vienen las elecciones y nos quieren conquistar con eso, pero no. Servirá para chupar dinero, como siempre”, explica Rubén.

Respecto a los daños ocasionados a su ganado, detalla que “tuvimos dos ataques en lo que va de año, pero suele haberlos a menudo. Todavía no tuvimos ningún problema para certificar los daños porque los encontramos a tiempo. De no ser así, no te pagan nada. Lo que dicen de matar dos lobos en Picos en base a un estudio me parece un engaño. Tenemos siete u ocho lobos solo en esta zona. No creo que sea tan fácil saber cuál es el lobo que mata”, añade.

Por su parte, Enrique incide en que “tiene que haber un control del lobo. Si hay 20, hay que matar cinco. Si, ahora mismo, que hay paridera y van en manada, hay cien hembras, eso se puede multiplicar por tres o por cinco en muy poco tiempo. Los lobos paren o tres o cinco, nunca paren pares. Lo que pasa es que llegará el día que matarán a las personas porque ya no tendrán qué comer”, añade. En ese sentido, Rubén destaca que “todo son prohibiciones y leyes absurdas. Llevamos tres años esperando por que nos haga un paseo desde la quesería a la sala de ordeño y cuatro para hacer un bebedero. Dicen que van a venir a desbrozar y tampoco. Cansamos de pedir porque no sirve de nada”.

Relevo generacional

Aunque la situación es difícil y el trabajo es arduo, en la quesería Enrique Remis no falta afición en las nuevas generaciones. “Mi sobrino Alberto, que tiene nueve años, sube con nosotros parte del verano y, en invierno, va todos los días a barrer las vacas y ayuda en lo que puede”, explica Rubén, quien destaca que “tiene mucha afición”. Por su parte, Alberto reconoce que “soy muy pequeño para decidirme, pero esto me gusta mucho. Lo que más, las cabras y las vacas”. “Es muy voluntarioso”, subraya su abuela Pilar. “De momento, hará lo que digan sus padres pero, si un día quiere dar el paso, estaremos aquí para ayudarle y apoyarle”, resume Rubén.