Fibrastur, un modelo de empresa familiar de éxito

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Fibrastur es una empresa con más de 30 años de experiencia dedicada a la fabricación de todo tipo de piezas en poliester o fibra de vidrio. Sus raíces están en el pueblo tinetense de Bustiello donde en los inicios fabricaban productos para el sector agrícola y ganadero. El impulso que suponía estar en un polígono y el auge  de  estos sectores  favorecieron la creación de esta sociedad, Fibrastur, y su traslado al polígono de La Curiscada en Tineo adaptándose así a la demanda del mercado siempre primando la calidad y garantía de sus productos. En la actualidad también realizan trabajos para otros sectores como el de la construcción, el industrial o la obra pública. En su amplio catálogo podemos encontrar cubas y depósitos para transportar y almacenar líquidos silos para  pellets o pienso, tratamiento de aguas residuales y potables, carros, carretillas, bebederos, puertas para naves ganaderas… y casi todo lo que se puedan imaginar, incluso piscinas.

Esta empresa familiar, deriva de la inquietud de Ramón Rodríguez que buscó solución a la pérdida de agua de las cubas de madera con las que trabajaban los ganaderos. Al comprar una de fibra, se interesó por conocer en Madrid el proceso de fabricación para abaratar costes y se puso manos a la obra en Bustiello (Talleres Rodríguez). Sus tres hijas: Agripina, Julia y Manuela siguieron con el negocio junto a dos de sus yernos, Manuel Fernández y Javier Martínez, con la posterior incorporación del tercero, Conrado Gómez. El  éxito de la empresa es que la sustenta directamente la unidad familiar y la calidad y garantía de sus productos.

Aquellas bombas de purines y cubas de madera, dieron paso a las de fibra de carga con depresor y así se fueron incorporando otros productos con buenas prestaciones y muy larga duración como las compuertas de purines, artesas para el embutido, carretillas, duernos,  saladeros, puertas para las cuadras, repartidores de agua de los pueblos o los grandes depósitos de almacenamiento para prevención de incendios, depósitos  para pellets por módulos para espacios interiores  o reducidos, fosas y filtros biológicos unifamiliares o depuradoras de grandes dimensiones para pequeños  y medianos núcleos rurales. “La demanda del mercado ha ido evolucionando con los años”, explica Manuel Fernández, “la despoblación de las zonas rurales y la falta de relevo generacional nos influyó directamente en la empresa, por lo que se buscaron alternativas en el sector industrial. Por ejemplo realizamos piezas para la cabina tractora que fabrica DIGOMA S.A. en el sector forestal, elementos para caravanas Caravancol S.L., en acuicultura, y trabajamos para una de las empresas más importantes de la región, ya que hacían piezas de acero que se pueden realizar en poliéster.

Con seis trabajadores fijos “y paridad total”, como dice Manuel, en momentos determinados contratan algún empleado, “evolucionamos según las necesidades de los tiempos, pero a las empresas pequeñas cada vez nos lo ponen más difícil, hace 25 años se ganaba más dinero que ahora, nuestra evolución la generó el propio negocio”. Podrían haberse dimensionado con el boom de los eólicos, pero era arriesgado. “Somos una familia, estamos bien y el futuro lo veo con trabajo”, concluye Manuel Fernández.