Las Ayalgas de Silviella, la puesta en valor de piezas de nuestra historia

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A diferencia de un museo monográfico, en Las Ayalgas toda la familia podrá disfrutar de una sección que le llame la atención, grandes y pequeños, hombres y mujeres. Este era el objetivo de Ángel Menéndez Rubio, restaurador y coleccionista de afición al decidir compartir con los visitantes el tesoro de más de 30 años de trabajo y dedicación. Para él no era más que su propia afición, pero las piezas, en algunos casos, casi exclusivas, merecían poder ser contempladas en un espacio habilitado para tal fin. Así nació Las Ayalgas: museo, taller de restauración y cafetería. Un proyecto además de interesante, que dinamiza la actividad en zona rural, Silviella (Belmonte de Miranda), donde Ángel disponía de una nave de su empresa y finalmente ubicó la exposición.

Con negocio familiar en Posada de Tineo, El Forcón, a Ángel siempre le gustaron las “cosas antiguas”, pero desde el punto de vista de “recuperar algo en desuso, una pieza de la chatarra y convertirla en algo útil”. Lleva casi cuatro décadas dedicado a ello en sus ratos libres, fines de semana y festivos, incontables serían sus horas de dedicación, quizá por ello las piezas del museo ni se venden ni tienen precio, “serán la herencia de mis descendientes, y que ellos hagan lo que quieran con ello”, afirma. Al principio reconoce que nunca pensó en el coleccionismo. Su primera adquisición fue un Biscúter. “Me llamó la atención este coche de los años 50 que tuvo tirón hasta la salida del mítico Seat 600”, relata, “me llamó la atención y lo compré”. Posteriormente decidió restaurar unas máquinas de mallar de su tío con las que posteriormente acudió al desfile de carrozas de Tineo y a la Feria de Muestras. En La Ascensión de Oviedo llegó a tener una carpa de 400 metros y exponer el proceso completo del pan: “mallar, moler, ‘arroxábamos’ el ‘forno’ y hacíamos bollos”. En esas exposiciones consiguió información de dónde conseguir otras piezas que le podían interesas a través de la gente. Cada año siempre su reto era llevar algo nuevo. Llegó un momento que tenía tal cantidad de piezas almacenadas que decidió que era el momento de hacer un museo.

El Museo Las Ayalgas abrió sus puertas el 3 de agosto de 2019. De forma progresiva fue incrementando sus visitas hasta la llegada de la pandemia, el freno del confinamiento y las medidas restrictivas. Actualmente los visitantes son asturianos y “algunos ya han venido varias veces”. El museo dispone de 2.000 metros cuadrados de exposición dividida en secciones: automoción, agrícola, industrial, piezas de la vida cotidiana, material etnográfico… Su propietario, si tuviese que destacar tres piezas serían un camión Dodge de 1940, un Citróen 15, ambas por valor, “y el resto todas son piezas restauradas por mí, quizá destacaría un tractor de gasoil de un pistón, que es una pieza muy exclusiva”. A los visitantes lo que más les sorprende es un pisón de escanda, “les asombra el ingenio de esta máquina ideada antes de los 50 para resolver las necesidades del trabajo y aprovechando los materiales de la época”.

En cuanto al apartado de tractores, todos tienen historia. “En Tineo un Man era muy habitual porque Manuel Agosto los traía de Castilla y él hacía los remolques adaptados. Igual que los Unimog que llamaba la atención cuando lo llevaba a las ferias, pero en Tineo lo había. También llama la atención el Farmall con motor de gasolina, de McCormick en el que se pueden desplazar las ruedas haciéndolo más ancho o más estrecho, es de los años 40 y tiene su valor. Y el Lanz de un pistón. El Barreiros también es un clásico. Aquí los que más se veían en Asturias fueron los Pasquali de 12, 14, 18 y 21 caballos”, explica Ángel. Se sorprende de que niños de seis o siete años vengan varias veces y se saben todas las marcas de tractores antiguos, “para ellos soy su ídolo y cuando alguien dice de algún tractor único, enseguida dicen que no, que Forcón tiene uno”, cuenta entre risas.

También hay piezas de capricho. “Ahora estoy restaurando un tractor Fordson de 1914. Conseguí uno en Valladolid y compré otro para completarlo, aunque alguna pieza la tuve que pedir a Estados Unidos, fue mi trabajo durante la pandemia”, afirma.