Texto Sabina Rubio
La crisis mundial generada por la pandemia del coronavirus nos pone frente a situaciones que pensábamos imposibles. Semejantes a las que se producen en escenarios bélicos con la escasez de determinados productos que antes pasaban desapercibidos y que de inmediato se vuelven imprescindibles. Esta situación puede que a algunos les incite al debate entre autarquía -economía autosuficiente- y globalización -la que lo mismo nos trae el azúcar más puro y sin refinar panela de Colombia como nos posiciona ante una crisis mundial sanitaria con origen chino-. Quizá no de para tanto, pero sí para reflexionar y poner en valor determinadas cuestiones y a determinadas profesiones.
Mientras el estado de alarma ha bajado la persiana de muchos negocios, y las empresas e industrias más capaces envían al teletrabajo a sus empleados, hay una parte de España, más concreto de la España vaciada de la que tanto nos hacemos eco los medios de comunicación y que tan en declive le auguramos, que sigue en pie, y más fuerte que nunca: el campo. Así es, allí donde muchos acudieron en las primeras horas del confinamiento como retiro, los pobladores están jugando un partido casi tan relevante como el de los servicios sanitarios. Algunos con una demanda mucho mayor a la habitual, y sin que nadie les facilite medidas de seguridad. El campo no cierra porque además no puede. Las plantas crecen, requieren tratamiento y las cosechas maduran y hay que darles salida. De hecho, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha puesto en valor la presencia y actividad del sector primario en este estado de alarma. Su labor “está siendo fundamental: con su trabajo y sacrifico diario abastecen de alimentos y bebidas al conjunto de la población”, subrayó. Irónico, ¿no? Un sector que pronosticamos en continua crisis y de su esfuerzo y dedicación depende la garantía de la cadena alimentaria mientras dure la epidemia. No pueden teletrabajar. No hay vacas que se alimenten u ordeñen solas ni hectáreas que se labren o cultiven sin la presencia del agricultor. En definitiva, el sector primario redobla esfuerzos para sacar adelante productos, incluso ante la incertidumbre del qué pasará, de primera necesidad.
Las primeras semanas del año, agricultores y ganaderos han parado ciudades y cortado autovías con sus tractores para exigir precios justos y defender el futuro de las explotaciones agrarias. La crisis del Covid-19 está consiguiendo lo que ellos no han podido en años: Que la ciudad mire al campo y entienda su importancia.
Si bien es cierto que hay situaciones límite, como la de pequeños y medianos productores que solían despachar de manera directa al restaurante o los que viven de la venta de proximidad, hay una gran red distribuidora que garantiza el alimento en nuestra mesa, que está demostrando una vez más su papel estratégico y que, dentro de las restricciones del estado de alarma y respetando los protocolos de manera escrupulosa, se está desarrollando con normalidad. “Dentro de la situación que estamos viviendo, estamos sirviendo con normalidad”, explica José Tamargo, director general de Feito y Toyosa, grupo líder en Asturias en la distribución de hortaliza, fruta y verdura con sede en Mercasturias, y quien aprovechó para “agradecer a clientes y proveedores, tanto a nivel regional como nacional, que lo están pasando mal y aun así nos están abasteciendo”.
Y es que, el servicio prestado por la empresa es “inmejorable. Buscan donde no hay para servirte. La semana pasada quedé colapsada con las patatas y ellos rápidamente me dieron solución”, destaca Begoña Arango, propietaria de la frutería Costa Verde en Pravia. Subraya que “nunca dejó de haber género y nos lo garantizan. Si bien es cierto que a algunos productos a los que estamos acostumbrados llegan menos de lo esperado pero llegan”.
Con las familias en casa y sin comedores escolares las ventas de fresco han aumentado. Para atender la demanda, en Costa Verde se trabaja a puerta cerrada y bajo pedido, “para que la gente no se exponga y no exponerme yo, entendiendo que debemos quedarnos en casa. Debemos concienciarnos de que esto no es ninguna broma y la seguridad es lo primero”. A través de las redes sociales (frutas costaverde) y teléfono (985 82 01 18) el cliente puede hacer su reserva y en horario de 9.30 a 13.30 horas y de 16.30 a 18.30 horas recogerlo minimizando así el riesgo de contagio pero siempre atendiendo las necesidades de sus vecinos.