Su primera finca dedicada a los arándanos fue la alternativa elegida en 2009 para tener un compromiso con la finca de la casa familiar en Leiguarda (Belmonte), lugar al que acuden habitualmente aunque residen en Oviedo. Pepe Alba se inició en la cultura del arándano y vio que podía ser viable. Su hijo Carlos no dudó en apostar por el proyecto como alternativa laboral y en el 2011 compraron y plantaron su segunda finca de arándanos, incorporándose éste como joven agricultor al sector teniendo para ello ayuda de la Administración. Actualmente cuentan con dos hectáreas y media de terreno y 7.000 plantas de arándano.
-¿Cómo fueron los comienzos?
-Empezamos con la cooperativa Asturias Berries, que nos proporcionó la planta, que vino de Chile, y los aperos para plantar. Se habla de cinco o seis años para llegar al pleno rendimiento de plantas. En esta finca tenemos plantas a pleno rendimiento aunque tenemos que modificar cosas, y la otra finca, por un problema de salud estuvo un año sin atender, lo que provocó un gran retraso. Teóricamente alcanzaremos una producción de entre 25.000 y 30.000 kilos de arándano con las dos fincas a pleno rendimiento.
-¿Cómo comercializan el arándano?
-A través de una cooperativa, aunque hay más alternativas. El negocio puede ir dirigido a la transformación. Actualmente el arándano se vende fuera de España, aquí hay interés, pero no cultura del arándano. Falta promoción, estamos en pañales y hay que profesionalizarse.
-¿Cómo ven el futuro?
-Aún con ayudas, realizamos una inversión muy fuerte. Estoy contento, con ganas de hacer más, y cuento con el apoyo de mi familia. El valor añadido del arándano está en los transformados. No descartamos nada. Todo depende de que económicamente se pueda hacer la inversión a través de lo que den los arándanos.