Texto: Sabina Rubio
Iván Pulido, natural de Somao, concejo de Muros de Nalón, es percebero. Es uno de los mariscadores a pie, adherido al plan de explotación de Cudillero/Oviñana, que arriesgan la vida en busca del crustáceo tallando las peñas a bistronza durante las “mareas vivas”. “Con el peligro no cuento porque llevo conviviendo con ello toda mi vida. Forma parte de mi día a día”, afirma.
Durante siglos, confundido con un molusco, el percebe es un crustáceo de piel membranosa negra con base anaranjada y rematado en una uña dura como el cuarzo, constituida por placas calizas con pinta de muñón que le dan el aspecto de un bicho astral. Pese a su extraña forma y su carencia de encanto visual -o quizá se deba a eso-, es el marisco más buscado en la costa asturiana, el más cotizado en las lonjas y plazas y el más preciado en la mesa. El marisqueo es un arte, pero con la dificultad de un trabajo cuya base es la vocación, la tradición, el esfuerzo y el riesgo. El mar, sus olas, es imprevisible y aunque lo pueda parecer nunca una jornada se presenta igual a otra. Tal vez los partes meteorológicos y la apariencia del agua se asemejen a días anteriores, pero el mariscador sabe que jamás debe fiarse, aunque el exceso de confianza por horas y horas impregnados en salitre les de la valentía y seguridad para atravesar las mareas con el objetivo de aprovechar y disfrutar de la jornada. Antes de bracear y subirse a la roca, debe tomarse su tiempo para observarla, o esa es la teoría. “Con el peligro no cuento porque llevo conviviendo con ello toda mi vida. Forma parte de mi día a día”, avanza nuestro protagonista.
Iván Pulido, natural de Somao, concejo de Muros de Nalón, es uno de esos pescadores de a pie que arriesgan su vida en busca de este crustáceo esculpiendo la peña. Su oficio, percebero. Comenzó con la angula, primero de manera deportiva y luego sacó la licencia profesional, pero pronto lo conjugó: “es más estable y tiene mayor rendimiento económico”, aunque reconoce que todo depende “del potencial físico de cada uno”. No obstante, Pulido es uno de los 43 anguleros a pie autorizados del plan de gestión del Nalón, ligado a las cofradías de pescadores de San Juan de la Arena y Cudillero.
En definitiva, un sumun de la pesca ancestral y artesanal en Asturias. A sus 37 años, puede presumir de “vivir de lo que me gusta. Es más, me gusta tanto, me motiva tanto hacerlo, que no lo considero un trabajo. Es un privilegio”.
La marea marca su horario laboral del 1 octubre que se inicia la campaña hasta su final, señalado con la fecha de 30 de abril. Pertenece al plan de explotación de Cudillero/ Oviñana, que va desde la costa de Muros de Nalón hasta la del término municipal de Cudillero en Ballota: “Los mejores días para el percebe son cuanto más baja está la marea, cuando son mareas vivas”, explica, programado “entre las diez de la mañana y la una de la tarde. Madrugas un poco, estudias la jugada porque la costa es muy amplia, y en función de cómo ves el mar, vas hacia un lado o hacia otro”, con un único instrumento para extraerlo, la bistronza de mano o cavadoira. El cupo, 6 kilos por día, salvo “en Navidad -periodo comprendido entre el 10 de diciembre y el 3 de enero- que puedes coger 8 kilos”. Durante los meses de octubre, noviembre y diciembre suma los 300 kilos de percebe vendidos.
Cantidad y calidad
En los últimos años, ha tenido que plantar cara a los acotamientos o a la merma en la calidad y cantidad del género para preservar su medio de vida: “Las piedras ya no tienen la calidad ni la cantidad de percebe que tenían. Lo que ahora se denomina percebe bueno -grande-, es lo que antes vendíamos por mediano”. Aun así, admite que “rentable sigue siendo porque hay días muy buenos, como en la campaña navideña, que puedes ganar hasta 1.000 euros. Un día normal, siempre que te lo permita la mar, raro es que no vuelvas a casa con 180 o 200 euros”. Retornando al primer día de temporada, el pasado 1 de octubre de 2019, el crustáceo que se subastó en la Cofradía Nuestra Señora de la Atalaya de Puerto de Vega logró alcanzar un precio medio de 61 euros el kilo, llegando incluso en su valor máximo a los 136,5 euros.
Su éxito, su convicción por mantener un oficio ancestral y su responsabilidad para con el medio, con un claro objetivo por mantener la biodiversidad y asegurar su supervivencia reforzando sistemas de pesca sostenibles y adaptados a las necesidades del gremio. Una lucha continua. Y es que, según el percebero, “a los que vamos a pie nos dejan un poco marginados. Hay zonas vedadas abarrotadas de percebes, que no tienen gran calidad porque se va apiñando”. En cambio, si les permiten el acceso a “peñas que no llegan a regenerar y es malo económicamente para nosotros pero también para el medio”. Es por ello, que insta a la dirección general de Pesca a que “nos deje explotar esas rocas para que no se continúen deteriorando y permitan regenerar las que estamos reventando”. Con embarcación, tienes la posibilidad de costear al pulpo o a la xarda, “nosotros nos tenemos que buscar la vida”.