El Principado ha abierto a consulta pública la futura ley para regular, planificar y ordenar el uso del suelo en Asturias y adaptarse a las necesidades económicas, climáticas y sociales de nuestra región de cara al futuro. El Campo de Asturias entrevista a Sonia Puente Landázuri, directora general de Ordenación del Territorio y Urbanismo, para que nos explique qué supondrá esta normativa y qué cambios se deben adoptar desde el ámbito de la planificación.
-¿Cómo ha vivido la fusión de consejerías?
-Yo me incorporé en noviembre del año pasado y no puedo contar cómo se vivió desde dentro, pero sí desde fuera. Me pareció una idea muy buena. Tenemos tendencia a pensar que el urbanismo y la ordenación del territorio son cosa de las ciudades y de lo urbano, cuando lo es todo. Es ordenar los recursos que tenemos para la vida, como la llegada de agua, el saneamiento, los recursos naturales que favorecen la biodiversidad o el medio rural. El territorio es un activo que tenemos que poner al servicio de las políticas económicas para que sea lo más eficiente posible.
-Parece que solo reparamos en ello cuando nos surge un problema, pero eso deriva de unas leyes.
-El planeamiento es agregar a una disciplina, que es la ordenación del territorio, un componente jurídico que relaciona derechos y deberes de las personas. Eso, que es un medio para llegar a un fin, muchas veces lo convertimos en un fin en sí mismo. Las leyes están para servir a las personas, no las personas a las leyes. Se pueden cambiar, se pueden interpretar y puede resultar farragoso, pero no lo es, de ahí que abramos esta consulta previa a todos los asturianos. Tenemos que hacer que esto llegue a las personas porque es muy importante para todos y queremos que todos participen.
-Hablamos de una nueva ley del Territorio tras 17 años de la vigente.
–En vigor sí, pero hay que contarle más años con el tiempo que transcurrió para pensarla y redactarla. Se aprueba en 2002 y, en 2004, un texto refundido. Han pasado muchas cosas en este tiempo. La primera ley del Suelo en España fue en 1956. La segunda, veinte años después. Son leyes donde estaba un país por hacer y reconstruir y donde lo importante era generar vivienda para esas personas que venían del campo como mano de obra a las ciudades. Había que hacer barrios nuevos y las prioridades eran otras. Esas leyes estaban pensadas para construir sobre suelo donde no se había construido y crecer. La ley de 2004, que tenemos en vigor, viene hecha de los noventa y sigue con el mismo criterio de las leyes de 1956. Era la vorágine de la construcción. Años después y desgraciadamente, llegó la crisis inmobiliaria, económica y social y todo eso se quiebra, en algunos, casos, afortunadamente porque nos estábamos excediendo. Ahora, tenemos que construir una ley que no esté pensada para crecer, sino para arreglar lo que ya tenemos construido. En este momento, no tenemos las herramientas legales y tenemos que adaptarnos en el plano técnico. La sociedad siempre va más rápido que las leyes y estas nunca se van a adelantar a nada, pero tenemos que conseguir que sean flexibles para acoger actividades, situaciones y modos de vida que todavía no conocemos y que están por llegar.
-En Asturias, las diferencias entre la zona central y las alas están muy marcadas en cuanto a ordenación del territorio. ¿De qué manera se va a articular ese equilibrio entre lo urbano y lo rural?
-Asturias tiene un 90% del suelo en medio rural. Lo que no podemos hacer son leyes que solo miren al 10% de nuestro territorio, por mucho que sea el 90% de la población. Lo que distingue a Asturias del resto de España es que tenemos un área metropolitana con tres focos y todo lo que generan a su alrededor. Es algo único en nuestro país y hay que interconectarlo perfectamente con el resto del territorio. Como ventaja, tenemos un gran núcleo metropolitano de 800.000 habitantes en el centro, conectado con los extremos de la región a tan solo hora y media de viaje. Eso se lo dices a alguien de Madrid y te responde que es lo que tarda todos los días para ir a trabajar. No podemos obviar que el motor económico e industrial de nuestra región está en el centro, pero la actividad llama a más actividad y esta puede bombear a las alas.
-Pensar en la Asturias del siglo XXI es una necesidad urgente.
-Ya llevamos 20 años de siglo y tenemos instrumentos jurídicos con modos de hacer del siglo pasado.
-¿Existe falta de planificación en las comunicaciones?
-La planificación territorial es necesaria. Pondré un ejemplo para entenderlo: tenemos dos autopistas, la Y y la AS-II, que comunican Oviedo con Gijón y en ningún momento se cruzan. Cuando hay un atasco en una, no puedes derivarte a la otra y eso es una ineficiencia. Está demostrado que, cuantos más carriles se ponen, más coches entran y de lo que se trata es que haya menos para reducir la contaminación del aire en la zona central, potenciando el transporte público. Hay que pensar más antes de actuar porque, además, es más barato y nos va a traer resultados mucho mejores. Y en esa línea están actuando mis compañeros desde Infraestructuras y Movilidad.
-La sostenibilidad ambiental, económica y social será una de las pautas marcadas por Europa para realizar cualquier actividad, incluyendo también la perspectiva de género. ¿Cómo se tendrá en cuenta en la nueva ley?
-La perspectiva de género está incluida dentro de la sostenibilidad social. Sirve para pensar en todas las personas y no en un solo tipo. En el medio rural, suele ser un hombre de mediana edad con unas características determinadas, pero también hay gente mayor, mujeres, niños y un ciclo de vida completo. No es exclusivo de las mujeres, sino que sirve para englobar a todas las personas. La sostenibilidad ambiental cobra mucha importancia. No soy ninguna experta pero, quizá los argayos sean una consecuencia del cambio climático, que nos está trayendo cambios bruscos de clima y temperatura. Las leyes del desarrollismo hicieron que nos creyéramos que, con la tecnología, podríamos ir contra la naturaleza pero esta vuelve a coger lo que es suyo. Tenemos que utilizar el territorio de manera más inteligente y adaptarnos a la naturaleza para que, lo que construyamos, aguante mejor estos envites.
-En el Plan Territorial Especial de los Espacios Libres ¿en qué consiste el plan de aprovechamiento de los suelos agroecológicos y los corredores verdes que se contemplan para el área central?
-El plan territorial especial nace con un carácter reactivo porque, en el momento en que se redactó, en pleno boom inmobiliario, estábamos consumiendo el suelo de una manera voraz. Los responsables políticos se dieron cuenta de que había que analizar el tipo de suelo que estábamos consumiendo porque, una vez que se hormigona, es difícilmente reversible para otro tipo de usos. Se cogió un área de 32 municipios y se analizaron los tipos de suelos que no estaban edificados. Por un lado, estaban los inundables o con alguna protección medioambiental y, por otro, los suelos que pudieran tener alto interés agroecológico para cultivos y suelos de interés estratégico para masas forestales o economías más intensivas. Ese documento no se tramitó. Vamos a recuperar todo ese trabajo y añadirle un plus. Queremos utilizar esto para establecer corredores verdes en toda el área central, de manera que empecemos a construir infraestructura verde entre Gijón, Oviedo y Avilés, entre Siero y Oviedo o entre Soto y Langreo. Se trata de aumentar la capacidad de planificar desde una visión más amplia de todo el territorio. Estos corredores tienen que servir para crear actividad agroganadera, para el ocio o para generar biodiversidad y mejorar el medio ambiente. Hay que planificar más allá del límite de los municipios porque el medio ambiente no entiende de límites.
-¿Qué actuaciones habrá en la ordenación de las sendas peatonales?
-Desde que se aprobó el Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA) en los años noventa, fuimos de las primeras comunidades autónomas de España en regular y ordenar los usos en la costa. Eso nos hace llegar al día de hoy como la costa mejor conservada de todo el país. En ese marco ya se planificaban una serie de sendas costeras que tuviesen una continuidad entre concejos pero quedó truncado cuando llegó la crisis. Lo que ahora estamos trabajando es en diagnosticar su situación, en los tramos que ya existen y los que quedan por hacer. Hay que ir cerrando esos circuitos a medio y largo plazo para que se pueda empezar caminando en Ribadedeva y terminar en Vegadeo. Esas sendas, inicialmente, se plantearon como una visión de ocio pero pueden servir para cambiar el concepto de movilidad y dejar de coger tanto el coche, del que dependemos demasiado en el medio rural.