Con calidad y tradición diferenciada

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En el mercado se puede encontrar una gran variedad de alimentos, y aunque los criterios de salud y seguridad alimentaria marcan la totalidad de la oferta, existen matices de calidad que productores más concienciados tienden a ofrecer a los paladares más sibaritas; que se inclinan cada vez más por productos específicos con características especiales, como un origen geográfico concreto o unos métodos tradicionales de transformación únicos. Una forma de valorar, conservar y perpetuar nuestro rico, amplio y variado patrimonio gastronómico y cultural, asentado en su mayoría en enclaves rurales, es adquirir productos agroalimentarios amparados con distintivos de calidad. Contamos con una amplia oferta, tanto con enseñas que cuentan con un gran volumen y son ya reconocidas a nivel mundial, hasta aquellas de menor tamaño que podremos encontrar de manera más local. Hablamos por ejemplo la Identificación Geográfica Protegida (IGP) Faba de Asturias, la Denominación de Origen Protegido (DOP) Queso Cabrales o huevos camperos Granja Taramundi.

La actividad agraria está sometida en las últimas décadas a obstáculos que merman su productividad. El despoblamiento del campo y la escasez de mano de obra, que no se ve recompensada por la aplicación de las nuevas tecnologías de producción, merman su aptitud, o quizá no. Se trata de producciones únicas, ambientadas en un sector marcado por la tradición y la vocación, que a pesar de la introducción de los avances tecnológicos mantienen la esencia, sus raíces, intacta. Un sector que ha redoblado esfuerzos en los estadios más duros de la crisis sanitaria por la Covid-19 para garantizar la cadena alimentaria. Todos ellos han conseguido que la ciudad mire al campo y entienda su importancia. Y sobre todo, han fomentado el producto de proximidad, de lo nuestro, uniendo fuerzas, tanto consumidor como productor.

En el mercado actual, donde el nivel de saturación de la oferta es muy elevado, sobre todo por la entrada de productos de países fuera de la Unión Europea (UE), el empleo de elementos, tales como el desarrollo de zonas rurales o el fomento del uso de recursos autóctonos que mejoren el reconocimiento y la diferenciación de un producto, a través de su cadena de valor desde el productor hasta el exportador, es una de las bazas para ganarse su espacio entre la competencia. Es por ello, que allá por 2008 el Gobierno regional lanzó la marca de calidad Alimentos del Paraíso, orientada a un género que ya contaban con un sello de protección de ámbito europeo –IGP, DOP o certificación ecológica-, y que tiene como finalidad distinguir determinados productos agroalimentarios y pesqueros destinados al consumo humano, que producidos y elaborados en el Principado de Asturias, reúnan unas condiciones y cumplan unos requisitos que garanticen a los consumidores su origen geográfico y su calidad certificada.  De hecho, en torno al 40% de la industria agroalimentaria de Asturias ya se ampara bajo este paraguas. “Es una ventana al mundo. Asturias vende; es muy importante mostrarse juntos. Tenemos mucha confianza en el sello Asturias”, resalta Esther Álvarez, gerente de Quesos La Peral, aunque mantiene que “la marca hay que potenciarla aún más. Nací en el campo, crecí en el campo y desarrollé mi vida en el campo. Sé exactamente lo que cuesta, tanto a nivel económico como en esfuerzo, lo que viene del campo”. Ubicada en el concejo de Illas, en el enclave que da nombre a la quesería, desde hace tres años es parte de Alimentos del Paraíso.

Quesos en Illas

La Peral es una quesería de carácter familiar fundada en 1923 por Antonio León Álvarez que transforma leche autóctona, abastecida por Campoastur, en el cuajo La Peral -con leche de vaca- y el Peralzola -con leche de oveja-, ambos azulados, con moho noble y madurados en una bodega natural situada bajo sus instalaciones. Está dirigida por la tercera generación del fundador, “y trabaja una cuarta, mis hijos, y estamos a punto de incorporar la quinta, con mi nieta”, explica Álvarez.

La combinación de la más moderna tecnología alimentaria, con la tradición y los cuidados artesanos en su elaboración, hacen de su requesón un producto de gran personalidad, “muy apreciado por los consumidores por la delicadeza de su bouquet especial. Es un queso muy diferente a los azules. Pretendemos mantener la línea siempre igual”. El éxito: “su personalidad y su presencia. Buscamos la manera de que sea muy personal”. Además, “mantuvimos el precio”. Se distribuyen bajo pedido, de venta on line y directa en la quesería. Son ocho empleados, “trabajamos aquí toda la familia”.

A partir de 2015, la Administración regional comienza las modificaciones del reglamento, a petición de productores, que favorecen la incursión de nuevos elaboradores. Calidades, valor ecológico, elaboración artesanal, cultura, tradición o el uso de materia prima de Asturias forman parte de la leyenda que recoge la etiqueta.

Huevos en Taramundi

“Para nosotros Alimentos del Paraíso, marca a la que nos incorporamos el año pasado, es un distintivo de calidad y de cara a la venta da garantías. Es un plus de control porque todos los años tienes que pasar una auditoría; es un control de calidad”, destaca Cesar Villabrille.

Huevos Camperos Granja Taramundi es propiedad de los hermanos César y José Manuel Villabrille y sus mujeres, Eva María Rodríguez y Amparo Martínez. Cuentan con 6.000 gallinas en producción, que se crían en libertad alimentándose solo de cereales y lo que picotean por el prado, en los núcleos de Les y El Navallo. En el polígono industrial de la parroquia tienen la nave envasadora. Se instauraron en septiembre de 2013, y ya piensan en dar un paso más: Aumentar las ponedoras en 4.000 más. “Y con eso ya será suficiente por el momento. Queremos ir poco a poco; nuestro objetivo es llevar al mercado un producto de calidad optima, lo más fresco posible”.

Los huevos de Taramundi han tenido un éxito en el mercado inmediato. De hecho, prácticamente la totalidad de su producto lo comercializan en los lineales de los supermercados Alimerka, salvo una pequeña parte que distribuyen por tiendas locales. Las palabras clave para esta familia: calidad, frescura y cercanía. Una apuesta por el producto de aquí, certificado. “A ver si, después de esta crisis, aprendemos y compramos productos de Asturias”, afirma César.

Embutidos en Malleza

Fundada por los hermanos José Antonio y Francisco Miranda con Ladislao Riesgo, Embutidos La Unión es una empresa familiar que se dedica desde 1947 a la elaboración de productos cárnicos asturianos. Ubicada en el enclave rural de Malleza, concejo de Salas, se cobijó desde sus inicios en la marca Asturias, “y estamos muy satisfechos con los resultados”, explica Ester Miranda, gerente de la compañía, que detalla que “nos inscribimos porque trabajamos con un producto de calidad y cumplimos todos los requisitos”.

La Unión cuida el proceso de fabricación de sus embutidos utilizando la mejor materia prima y moderna tecnología. Continúan empleando la técnica artesanal de salado y secado de carnes con madera de roble, dando como resultado un producto final natural de alta calidad y de reconocido prestigio.

Cuentan con 23 empleados, y también con el distintivo Chorizo, Morcilla y Compango de Asturias, que “se creó para evitar falsificaciones, para que ningún chorizo manufacturado fuera de la región llevase su etiqueta de origen de aquí. Había mucha competencia desleal”. Asimismo, esta producción es apta para celíacos con certificado de FACE Espiga Barrada. Cuentan con IFS, una norma de calidad también auditada.

Grandes hipermercados y supermercados, pequeñas tiendas familiares y gourmets de ámbito nacional comercializan su género: chorizos, morcillas y packs para fabada, con faba IGP Faba de Asturias y su compango. Disponen de tienda on line.

Fabas en Coaña

“Somos una familia que decide trabajar juntos y así superar dificultades unidos, para alcanzar objetivos con esfuerzos conjuntos y celebrar éxitos con satisfacción. Nos dedicamos al cultivo, transformación y comercialización de la auténtica faba asturiana IGP, verdinas asturianas y preparados para fabada asturiana IGP”. Ellos forman Fabas La Estela y así se presentan.

“Siempre intentamos vincular la producción a la zona y diferenciarnos. Por eso hace años que tenemos el sello Alimentos del Paraíso en nuestros envases”, indica Sergio Suárez, el mayor productor regional de alubia, pero indica que “no solo puede quedar en publicidad, hay que invertir más”.

El año pasado, cultivaron 50 hectáreas, con una producción que superó las 80 toneladas. Esta campaña, a consecuencia de la pandemia, “como no sabemos cómo va a estar la cosa, decidimos plantar unas 20 y 10 de verdinas”. Fueron los primeros agricultores del occidente asturiano en sembrar con el distintivo Verdina de Asturias en 2018.

Tomaron el relevo de la explotación familiar en 2004, incluso heredaron el número de operador del Consejo Regulador, inscrito desde su instauración, el 33: “mis suegros eran de los fundadores”.

Con 22 años, los comenzó a ayudar, “empecé como jugando y vi que era rentable”, con dos hectáreas y media, y decidió dar un impulso a la actividad, creciendo tanto en producción, como calidad e innovación.

Miel en Boal

Julio Fernández López  es uno de los cinco socios de Boal Apícola y productor profesional. Lleva 25 años en la empresa, “desde que un grupo de pequeños apicultores deciden instalar en el municipio la primera planta de extracción y envasado”.

Tienen unas 900 colmenas que generan 25 toneladas de miel anuales que comercializan a través de la marca La Boalesa en establecimientos de la región. Acaban de lanzar su tienda on line y, como novedad, han comenzado a servir a los supermercados masymas.

“Fuimos los que luchamos por estar en la marca. Nos parecía muy importante tener un sello de calidad asturiano que le diera un plus de valor al producto”, incide. Y es que, este distintivo “nos ayuda bastante a las empresas pequeñas como la nuestra, si no fuese por Alimentos del Paraíso quizá no podríamos acudir a muchos eventos de los que realizan ni participar en las campañas de promoción”.

Estos productores son parte del buque insignia de las explotaciones agrarias y agroalimentarias de Asturias, los alimentos más emblemáticos, ligados a nuestra tierra y su tradición y a su cultura. Este fue un pequeño homenaje a estos guardianes de oficios, por su capacidad para innovar sin olvidar su origen, de reinventarse,  de lucha. Ellos, sin duda, son Asturias. A lo largo de estos casi cuatro años, El Campo de Asturias ha estado a pie de campo y cuadra, poniendo en valor a los trabajadores del sector primario, y ellos siempre han estado disponibles y dispuestos a contar su historia. La historia de nuestra región. La gran mayoría tiene un factor común: el vínculo familiar a la tierra y al medio rural, algo innato para los que han crecido en el seno de una familia de agricultores y ganaderos. Dan relevo generacional, garantizan la continuidad. Esto fue solo una pequeña muestra. Hay muchos más, y hasta allí irá el periódico.