Los recientes informes sobre el estado de la biodiversidad del IPBES, que señalan que cerca de un millón de especies entre animales y plantas se encuentran al borde de la extinción como consecuencia de las actividades humanas, y del informe del IPCC sobre el incremento de la temperatura media global en 1,5º C, alertan del deterioro de un gran número de ecosistemas, tanto terrestres como marinos, así como del punto de no retorno frente al cambio climático.

La humanidad se enfrenta a uno de sus mayores retos: la crisis
climática. Una crisis, consecuencia directa del modelo de producción
extractivista y consumo globalizado actuales, que pone en riesgo nuestra
propia supervivencia y la de un gran número de otras especies y
ecosistemas e impacta de manera injusta especialmente en las poblaciones
más empobrecidas y vulnerables del mundo. No responder con suficiente
rapidez y contundencia a la emergencia climática y civilizatoria
supondría la muerte y/o el malvivir de millones de personas, además de
la extinción de muchas especies e, incluso, de ecosistemas completos.

Los datos son contundentes y el tiempo juega en nuestra contra. En el
caso de la región mediterránea, en la que se encuentra la Península
Ibérica y que es una de las más vulnerables ante el cambio climático,
si no se limita el incremento de la temperatura media global en 1,5º C,
las consecuencias para las generaciones presentes y futuras serán
catastróficas: olas de calor más intensas y prolongadas, sequías
recurrentes, desertificación, aumento de los fenómenos meteorológicos
extremos, pérdida de biodiversidad, falta de disponibilidad de agua
potable y tierras fértiles, incendios más virulentos, empobrecimiento
y aumento de las desigualdades en cualquiera de sus expresiones, etc.
Por tanto, las diferentes instituciones europeas, estatales,
autonómicas y locales deben asumir su responsabilidad y estar a la
altura de las necesidades que exige este momento crucial de la Historia.
La lucha contra la emergencia climática no puede supeditarse a una
ideología o color político, debe ser asumida por todos los partidos.

Por todo ello, y en defensa del presente y del futuro, de un planeta
vivo y de un mundo justo, las personas y colectivos firmantes nos
sumamos a la convocatoria internacional de Huelga Mundial por el Clima,
del próximo 27 de septiembre, e instamos a toda la sociedad
(ciudadanía, todos los actores sociales, ambientales y sindicales) a
que se movilice y se sume a la convocatoria de Huelga Mundial por el
Clima, difundiendo y participando en las acciones que estamos
convocando, que iremos precisando y que tomarán muy diversas formas:
manifestaciones, huelgas estudiantiles y de consumo, cierres patronales
de entidades comprometidas, movilizaciones en los centros de trabajo y
en las calles, etc. Un gran grito común y unitario en la lucha
climática.