Cuando llegas a la granja o al huerto del Centro Don Orione en Posada de Llanes se observa a los residentes trabajando de forma ordenada y metódica, cada uno en la tarea asignada y nada ni nadie les distrae. En todo momento sus monitores supervisan y ayudan a los chicos en desarrollar estas actividades ocupacionales encargándose de la limpieza y alimentación de los animales así como de mantener en perfectas condiciones un huerto que llama la atención por sus cultivos en esta época del año así como los invernaderos. Sentirse útiles es un gran apoyo en cada uno de sus diferentes grados de discapacidad y actividades al aire libre en las que pueden ver el fruto de su trabajo como recoger la verdura, o ver en su menú la carne de los terneros que ellos mismos crían así como tomar un vaso de leche de sus vacas es una gran recompensa.

El Centro Don Orione ofrece apoyo a más de un centenar de residentes con discapacidad intelectual con el fin de su participación e integración a la sociedad con una buena calidad de vida. Algunos viven en el propio centro y otros en cuatro pisos tutelados en el pueblo, además de los externos.

Como Centro de Apoyo a la Integración, los Talleres y CAI, son recursos con programas personalizados de atención integral y formación a las personas adultas con distintas capacidades para favorecer su integración sociolaboral, desarrollo de autonomía personal y el incremento de su bienestar. Las actividades son variadas, se cuenta con cinco talleres.Pero según nos indica Francisco López, director del centro,“pocas cosas satisfacen tanto a las personas como una ocupación digna y significativa”. Por ello existen otro tipo de talleres ocupacionales prelaborales y laborales como son los de cocina, huerto, jardinería, lavadero y ropero, mantenimiento, albañilería, y granja.

La granja del Centro Don Orione es uno de los talleres que cuenta con alumnos habituales e itinerantes de los Talleres CAI. Sus monitores Francisco Junco y José Luis Ribero son los responsables de la atención de las personas que forman parte de este taller y aunque no son ganaderos, los dos conocían el sector, los que sin duda contribuye a su buen funcionamiento. “Los chavales se ocupan de labores como la alimentación o la limpieza de los animales, tenemos 68 vacas frisonas en ordeño, pero de eso se ocupa el robot, y en total tenemos 138 cabezas”, explica Francisco Junco. “Aquí hacemos recría y en cuanto a la alimentación se hacen tres raciones, en cuanto a la de las vacas en producción lleva un concentrado de ASA, alfalfa, paja, silo de hierba y silo de maíz”, explica José Luis Ribero.

Los monitores insisten en que los chicos son la prioridad y que dada su edad “un día te sorprenden para bien y otro para mal” y necesitan atención y supervisión continua para evitar altercados entre ellos.

“En este tipo de actividades los chicos ven el resultado de su trabajo como ver crecer las verduras, la producción de leche y carne, y se sienten útiles. Se trata de personas con varios niveles de discapacidad, algunos necesitan más apoyos y realizan otro tipo de tareas, ya que además la cocina, la lavandería, la portería, la recepción, el cuidado de jardines, limpieza de patios y espacios comunes también son talleres que cuentan con monitor para repartir esas tareas en el día a día del Centro porque pensamos que es normalizador”, explica el director del centro.

Uno de los huertos de Don Orione se encuentra en Quintana, muy cerca del centro y todos los días los chicos se desplazan con su monitor en furgoneta o a pie. En la finca además del huerto al aire libre disponen de cinco invernaderos. El otro huerto es totalmente exterior y está en Naves donde se comenzará a trabajar a partir de enero. Se trata de huertos en ecológico con certificación del COPAE. “Intentas hacer unas tareas lo más profesional posible dentro de las dificultades que podamos encontrar. La huerta pide actividad prácticamente diaria, en invierno es difícil ver una huerta como la nuestra funcionando, prácticamente siempre está viva”, explica su monitor, Isidro Galán, el cual tuvo que formarse y aprender de forma autodidacta para encargarse de la gestión del huerto ecológico. “No llegamos a cubrir al cien por cien las necesidades de nuestra cocina porque somos muchos y la verdura merma mucho. La idea sería llegar al 100% y estamos calculando tiempos de plantación. El pero es que la época de más producción es la de verano”.

“En este mundo de la discapacidad se aprende mucho, porque existen otras capacidades, aprendemos a valorar que en la vida de todos los días que suele ser muy competitiva hay que saber disfrutar de las cosas pequeñas”, concluye Francisco López, director del centro.