“Ir a ver los animales y encontrar un daño por el lobo te baja la moral”

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Amalia Rodríguez Suárez, ganadera de Villamarín de Salcedo Grado

Hace 30 años que Amalia Rodríguez Suárez se casó y fue a vivir a Villamarín de Salcedo en Grado y desde hace 27 se quedó al frente de la ganadería familiar de sus suegros, ya que su marido se dedica a otra actividad. Con 45 cabezas de raza Asturiana de los Valles entre madres, recría y terneros de cebo, ha vivido el mes de noviembre como uno de los peores como ganadera, ya que ha tenido varias pérdidas a causa del ataque del lobo. Sus animales están por prados y en el puerto de pastos comunales del pueblo salvo los meses de diciembre a marzo según la climatología que están en cuadras. La rentabilidad de su explotación se debe en parte a que no tiene necesidad de comprar forraje, “recogemos hierba por el verano y nos llega para cubrir las necesidades de los animales de todo el año”, afirma la ganadera.

Con respecto a los terneros de cebo, en la actualidad tiene seis, que estabula cuando tienen 7/8 meses hasta el momento de la venta para sacrificio, animales que actualmente vende a Mercadona. Con la subida de los piensos hace un par de años, decidieron seguir cebando y probar, ya que ceban entre 8 y 9 terneros anualmente. “Todo queda en casa, recrío siempre de nuestra cabaña, los terneros se ceban y las terneras se recrían, a veces puedo vender alguna, pero ya parida”, explica Amalia.

Aunque en su zona siempre hubo lobo, “nunca como ahora. En noviembre sufrí la pérdida de tres animales y una ternera herida. Primero empezaron por un ‘ternerín’ para seguir con dos becerras de casi dos años y me hirieron otra. Di parte, vinieron y lo certificaron. Tuve que meter todas las crías a la cuadra y el resto bajarlas para prados cerca del pueblo. Pero no te indemnizan por lo que suponen las pérdidas y además tardan muchísimo en pagar. Para curar a la novilla herida no puedo esperar a que el Principado me abone el daño, dejé 200 euros en la farmacia, más las visitas del veterinario. Si seguimos así, no sé qué va a pasar”, cuenta la ganadera.

Hubo años en los que esta explotación de producción cárnica ya sufrió “alguna” pérdida, pero ahora no hablamos de un caso puntual de un lobo, “estamos hablando de manadas”. Dice que le “aborrece” ir a ver a los animales, “vas con miedo, no sabes lo que vas a encontrar y psicológicamente te baja la moral, lo comparo con una situación en la que alguien tiene su trabajo y a final de mes le digan que no cobra o vas a cobrar cuando yo te diga. Siento mucha impotencia”, afirma. Recuerda cuando llegó a ver las vacas y se encontró el primer ternero muerto, y a los pocos días vio cómo se repetía la situación. “Cuando hablamos ya de novillas, de recría, se trata de trabajo y de que ese animal de dos años, una madre, te la van a valorar en 1.300 euros. No es justo”, y añade que “entre lobos, osos y jabalís nos vemos superados”, sentencia.

Con respecto a las soluciones que ofrece la Administración, Amalia no lo ve viable. “Las vacas están dispersas por fincas, no puedes tener una docena de perros y si viene una manada de lobos, da igual tener perros que no y las fincas ya están cerradas, es cierto que no para el lobo, pero si tenemos que hacer todos esos cierres nos vale más cerrar la explotación”, opina la ganadera de Grado. “Para ellos es fácil, pero no se puede llevar a la práctica, es necesario el control poblacional del lobo y que cuiden al ganadero, al agricultor y al pescador, somos los que damos de comer a la sociedad”, afirma. “Necesitamos que solucionen lo del lobo y si lo quieren que nos indemnicen por el precio real de lo que nos supone una pérdida y que los pagos sean rápidos. Hasta el año que viene no voy a cobrar y ya te diré si es a los 9 meses o a los 12. Nos bajan la moral, tenían que mirar un poco por el sector, si aquí tenemos buen producto, no entiendo por qué hay que traerlo de fuera”, dice Amalia.

Con respecto a los precios de la carne, Amalia reconoce que “los terneros los vendo bien, no me puedo quejar y el pienso bajó un poco”. Amalia está al frente de esta explotación de manejo tradicional y ahora mismo con respecto a los años que vienen “ni me lo planteo, sí puedo decir que me gusta lo que hago. Tengo dos hijos pero ellos no quieren seguir, no ven futuro ahora mismo”.