Entrevista a José Antonio González y Claudia Fuente, investigadores en CTIC RuralTech
-¿En qué consiste el Sistema de Inteligencia Territorial?
–Es un nuevo enfoque para enfrentar de manera integral y sistémica los desafíos a los que se enfrenta el medio rural, fruto de la fusión de innovación social y tecnológica participada por la comunidad rural en todo momento. Surge a partir del laboratorio vivo extendido en el valle y aspira a forjar territorios rurales más fuertes, conectados, prósperos y resilientes en línea con la reciente visión a largo plazo para las zonas rurales que acaba de anunciar la Unión Europea. Algunos de los elementos esenciales de este despliegue de innovación territorial sin precedentes, a escala de la propia aldea, son: simuladores climáticos, una comunidad energética local, la extensión de una red de comunicaciones LoRaWAN, la sensorización de pomaradas, de cultivos de huerta, de invernaderos, de colmenas, de rebaños de ganado, de manantiales, de estaciones control para la prevención de incendios o la trazabilidad de productos de identidad como la sidra, entre otras; así como acciones de recuperación de cultura local.
–El valle de Arroes, Peón y Candanal se ha convertido en un laboratorio vivo. ¿Qué importancia tiene aprovechar los conocimientos de la comunidad local?
–Una de las asignaturas pendientes desde la investigación es la transferencia de los resultados a la sociedad en general. En este valle hemos trabajado a la inversa: partimos de un proceso de escucha activa de los vecinos para hacer de sus problemas diarios el objetivo de nuestras investigaciones, desde la base de su participación activa en todo el proceso. Esto nos permite lograr una tercera dimensión en los proyectos muy importante para nosotros, que es la de incorporar el conocimiento experto local que la comunidad rural tiene de su espacio vital. Un conocimiento muy fino y ajustado al espacio, fraguado durante siglos a prueba y error y transmitido de generación en generación.
-La despoblación es uno de los grandes problemas del medio rural asturiano. ¿Cómo pueden ayudar las Tecnologías de la Información y la Comunicación a frenar la sangría migratoria?
–Es un problema complejo, poliédrico e interconectado con otras problemáticas (seguridad alimentaria, pérdidas de biodiversidad, transformación de los paisajes, el propio cambio climático, los incendios forestales…), y dicho sea de paso de difícil solución. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación son una parte de las herramientas que tenemos que utilizar para hacer frente a estos desafíos interconectados, siendo conscientes que la tecnología ha de estar en todo momento al servicio de las personas y que su finalidad en este caso, es dotar de mayor calidad de vida y rentabilidad a los territorios rurales. Son, por tanto, una herramienta clave para reducir la brecha entre campo y ciudad, y asegurarnos así un futuro más sostenible.
-¿Qué resultados está arrojando el simulador climático?
–Uno de los experimentos que actualmente se está desarrollando con la colaboración del SERIDA está centrado en estudiar el efecto de las altas temperaturas durante la floración y cuajado de la vaina en dos variedades de judías: la Verdina y la Midas. Los datos obtenidos a escala micro en el Simulador son fundamentales para conocer la evolución y el desarrollo de los cultivos en diferentes escenarios de cambio climático, adaptándolos a contextos productivos cambiantes. Esto nos permite diseñar los espacios agrarios del futuro, repensando la distribución óptima de los cultivos en función de la variabilidad ecológica que presenta la región y sus diferentes recursos.
–Anomalías en la floración de los manzanos, mala cosecha de faba… ¿estamos ante alguno de los efectos del cambio climático? ¿Cómo adaptarse?
–Nadie es ajeno al cambio climático en el que estamos inmersos, y la multitud de consecuencias que ello conlleva. De todas ellas, no podemos olvidarnos de una que es esencial para las personas, y ahora está más comprometida que nunca: la seguridad alimentaria. Los expertos advierten, y la comunidad local ya es consciente, de que muchos cultivos dejarán de ser viables en determinadas zonas como consecuencia de los episodios de calor y sequía extrema que estamos sufriendo en los últimos años, si no ponemos en marcha los mecanismos de adaptación oportunos. La única manera que tenemos de enfrentarlo con éxito es a través de datos, que nos permitan correlacionar variables climáticas y productivas, de cara a diseñar los manejos de cultivos y animales más eficientes posibles.
-¿Qué amenazas y oportunidades tiene el campo asturiano frente a los retos que plantea el cambio climático?
–Estamos ante un cambio de paradigma productivo. Si lo entendemos y ponemos el foco en un aprovechamiento integral y sostenible de nuestros recursos será una oportunidad. Si no, las amenazas serán cada vez más frecuentes y severas, como está pasando con los grandes incendios forestales. Tenemos un territorio que va sufrir en menor medida las consecuencias del cambio climático que el resto de la Península Ibérica, superficies importantes pendientes de aprovechar sosteniblemente, conocimiento experto, local y científico para ponerlas a producir, y tecnología testada para inyectarle valor aumentando la rentabilidad y la calidad de vida de nuestros agricultores y ganaderos.