José Luis Somohano ‘Paxa’: “Siempre te emocionas cuando sacas un salmón”

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Con 86 años, es uno de los pescadores más veteranos de la ribera del Sella, pero sigue conservando la ilusión de sus primeros lances. José Luis Somohano, más conocido como ‘Paxa’, sigue fiel a su cita diaria con el ‘Puentón’ cangués para observar la evolución de uno de los ríos salmoneros más emblemáticos de la cornisa cantábrica.

-¿Cómo empezó su afición a la pesca?
-Empecé de crío, antes de ir al instituto. Pescaba truchas a pluma y a cucharilla y, después, fui aprendiendo y evolucionando. Cuando tenía 16 años, empecé a pescar salmón. De aquella, casi todo el río estaba libre, salvo algún coto. Nada más que pescábamos los de por aquí, mientras que los de fuera iban a los cotos.

-¿Cuáles son las capturas de las que guarda mejor recuerdo?
-Saqué cuatro campanos y otros cinco o seis que no llegaron a serlo, pero conseguí llevarlos a tierra el primer día de pesca. Antes, el primer salmón valía mucho dinero, pero los siguientes también estaban muy cotizados. Una vez, tuve la suerte de coger uno en El Golondrosu de nueve kilos y medio. Ese valió más de doce mil pesetas, que repartí con otro pescador con el que iba en sociedad.
La mitad que me tocó, equivalía el sueldo de más de un año de un peón. Los del final de temporada, que eran muy grandes, también valían mucho. Luego, también pesqué salmones en otros ríos, con el Narcea, el Esva o el Eo.

-¿Con qué río se queda?
-En el Sella es donde peor pican los salmones, al contrario que en el Narcea, donde se dan muy bien. En el Cares, si no está el agua muy clara, también suelen picar bien. Al ser de aquí, si me tengo que quedar con uno, sería el Sella.

-¿Cómo ha evolucionado la pesca desde que comenzó a practicarla?
-Ahora, los salmones no valen nada comparado con lo que valían antes. Estuve trabajando en la construcción en Alemania y, cuando vine a pescar, sacaba más pescando que trabajando allí.
Además, antes se pescaba durante toda la semana, mientras que, ahora, solo se puede los fines de semana. Hay tal masificación de gente que, cuando se sortean los lances, solo puedes echar la caña una o dos veces al día.

-¿Qué opina del estado actual del Sella para la práctica de la pesca?
-El agua baja más limpia pero, de unos años para aquí, hay menos salmones. Esto se debe a que hay demasiados cormoranes. Ahora no se ve ni una sola trucha, ni en el Güeña, ni en el Sella. Y no solo eso, sino que comen los esguinos de salmón y acaban con todo. No digo que se exterminen los cormoranes, pero tiene que haber un control. Es uno de los principales problemas para las repoblaciones porque los comen casi todos.

-¿Qué sintió al pescar su primer salmón?
-El primero que saqué fue en El Golondrosu y pesó más de cuatro kilos. Todavía iba al instituto y fue una gran emoción. Yo nunca fui de los que temblaba cuando los cogía, pero siempre te emocionas un poco.

-Tantos años dedicado a la pesca dan para muchas anécdotas.
-Me acuerdo del mayor salmón que saqué, que fue en La Pochacona de Miyares, en Amieva. Lo pesqué a mosca y pesó 12’850 kilos.

-¿Cuál es el arte de pesca por la que siente mayor predilección?
-Me gusta mucho la mosca y también pescaba a devón, pero ahora ya no pican. A cucharilla es lo que menos me gusta. Ahora, que dejan pescar con ninfa, se jodió todo. Cada vez hay menos salmones y más pescadores y las artes que emplean son mejores. El nylon es más fino y resistente y los artilugios engañan mejor al pescado.

-¿Un pescador nace o se hace?
-El pescador se va haciendo. Nace la afición y siempre los hay más hábiles que otros. Puedes nacer con esa afición, pero vas aprendiendo. Siempre hay que fijarse en los que pescan bien. Cuando yo empecé a pescar, me fijaba en otros más experimentados para mejorar mi técnica. Ahora, hay otros sistemas y métodos para los que los pescadores más veteranos estamos más atrasados.