Por Inmaculada Adeba Vallina, Ganadería Albeitar S.C. (Oneta-Villayón)
La crisis del COVID-19 y las consecuencias que el estado de alarma ha ocasionado, está teniendo una incidencia demoledora en nuestro sector: producción láctea de caprino-ovino, ya que ha coincidido con el pico de producción anual, la llamada “leche de primavera”, una excepcional caída de la demanda, directamente relacionada con el cierre de la hostelería que HORECA (Federación Española de Empresas de Hostelería y Restauración) cifra en un descenso en su canal de distribución de un 90%, lo que afecta notablemente a la leche y derivados lácteos que se canalizan en este sector cerrado por la alarma.
Caída que se suma a viejo problema en el sector, nuestro país consume más leche y derivados de los que produce y sin embargo aún genera excedentes, esto es difícil de entender, pero es aún más duro conocer las razones.
UPA, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, ha denunciado en estos días un incremento añadido en la exportación de leche y derivados lácteos desde otros países europeos como Francia, Alemania etc., hacia nuestro país a precios por debajo de costes, para dar salida a sus excedentes, manteniendo los precios justos a sus productores. De manera que a modo de ejemplo un ganadero francés puede vender en su país un 80% de su producción a un precio absolutamente razonable que le produce un beneficio estable, y puede sostener la venta del 20% restante a un precio más bajo que el coste de producción fuera de su país sin que le ocasione ningún desequilibrio y es esta leche importada la que sigue inundando nuestro mercado, y ahogando a todo nuestro sector productivo, con una competencia desleal e inmoral por muy legal que sea el libre mercado.
Se deberían reforzar las medidas de control de este tránsito de cisternas con millones de litros de leche, comprados a precios inferiores a los costes de producción. Estas son las razones por las que se prevé una caída de precios, para este mes de abril, cifrada en un descenso entre el 30 y el 40% de los registrados en marzo. Hay que seguir exigiendo:
-La obligatoriedad de la trazabilidad rigurosa, que deje claro al consumidor el origen de la leche de ese queso presuntamente “español”, que encuentra en los supermercados, pero que se ha fabricado con leche foránea que ha llegado a nuestra industria por los cauces a los que he aludido.
-El etiquetado preciso, que especifique con absolutamente claridad la procedencia de la materia prima y la composición exactamente cuantificada de los ingredientes que lleva, si es un queso de mezcla, que se indiquen las proporciones exactas de cada tipo de leche que se utiliza en la fabricación, como se hace en los productos selectos con denominación de origen certificada, en los que la demanda ha sufrido una bajada espectacular, muy ligada al desplome constatado por HORECA
En fin, un panorama desolador… En tiempos especialmente difíciles debemos velar por nuestra economía, España está gravemente afectada, llena de dolor por la irreparable pérdida de vidas, por eso el sector clama por una actuación conjunta y responsable entre productores, Administración, consumidores que se podría sintetizar en estas medidas: que la industria española se abastezca en primer lugar de leche nacional, que no compre leche foránea… a unos precios, éticamente inadmisibles; que la fabricación y distribución se involucre preferentemente en dar y salida prioritaria a los productos nacionales, elaborados con leche de producción propia; que la Administración intervenga presionando “obligando” a la cadena de valor a respetar la producción nacional, involucrándose en incentivar las certificaciones de calidad de los productos nacionales, fomentando sus consumos y su exportación; que el consumidor español consuma productos lácteos españoles y que la Unión Europea adopte medidas inmediatas de intervención: almacenamiento de leche en polvo, congelado de canales, y ayudas directas al sector, sobre todo a los productores y trasformadores de quesos de oveja y cabra, los más perjudicados en esta crisis.
En definitiva que solidariamente aliviemos, entre todos el grave perjuicio que le ha sobrevenido, a un sector que no puede desaparecer, en estos tiempos en que la producción de alimentos es fundamental para mantener la imprescindible soberanía alimentaria de nuestro país.