José Domingo López Lastra regresó a su pueblo, Sela da Loura, para realizar la incorporación agraria hace dos décadas tras haber estado trabajando en otra actividad. Fue el relevo generacional de sus padres y su tío, que ya en aquel momento fueron visionarios, diversificando y abriendo posibilidades en la ganadería contando con vacuno de producción lechera (Frisona) y cárnica (Asturiana de los Valles), asturcones y cerdos de los que ya comercializaban matanza. Tenían claro que en las zonas pendientes las razas autóctonas se adaptaban mejor a la orografía.
“Desde mi incorporación, estuve 12 años en convencional, seis años en producción ecológica y volvimos a convencional. Hace un año que dejamos las vacas de leche y vamos cambiando la Asturiana de los Valles por Asturiana de la Montaña, por la Parda de Montaña y por los cruces F1, F2 y a la espera del F3 de Wagyu, así como cruces de Yersey y Fleckvieh. Estamos experimentando para conseguir carne de la mayor calidad posible con grasa infiltrada. Y hemos realizado una apuesta clara por los bueyes”, explica José Domingo López Lastra. Además cuentan con oveja Xalda, ponis mini shetland y la joya de la corona, el gochu asturcelta.
En la evolución del negocio también fue importante la llegada de Noelia de Prado a Casa Cabo hace seis años, cuando se casaron. Ella llevaba 18 años vinculada a la restauración con negocio propio en Gijón, La Cuadra de Antón, restaurante que promocionaba el producto de proximidad, las razas autóctonas, y fue el primero en certificarse en sostenibilidad por el Instituto de Turismo Responsable. “Érramos el tercer restaurante en España en compensar la huella de carbono, y recibimos varios premios de sostenibilidad del Ayuntamiento de Gijón”, explica la gijonesa añadiendo que por un amigo común a su agenda de ganaderos proveedores llegó Casa Cabo. “Justo antes de la pandemia decido cerrar el restaurante y venirme como ayudante a la ganadería. Después de pandemia estuve un año trabajando en el Parador de Gijón, y otro en el de Ribadeo hasta que me surgió la oferta de la Casona de Labrada, un alojamiento rural en el que trabajo como jefa de cocina y ayudándolo a él en la ganadería en todo lo que puedo”, afirma Noelia de Prado.
Ella define su cambio “a mejor”. Su objetivo en el restaurante fue conseguir la certificación de excelencia gastronómica, Mesas de Asturias “y quería cambiar de vida, en el campo el trabajo es interminable pero se organizan los tiempos de otra manera. Me adapté muy bien”. Su sueño sería abrir su propio restaurante al lado de la ganadería para compatibilizarlo con visitas guiadas a la granja y venta directa de los embutidos al público, pero “de momento no es viable”.
Como buenos emprendedores, no dejan de avanzar en el manejo de sus animales con todos los medios que tienen a su disposición. Disponen de 15 GPS para tener localizados sus animales y recientemente, a través del kit digital disponen de vallado virtual. “No sería posible atender el ganado que tenemos sin la tecnología de la que disponemos” afirman.
Colaboración con el Serida
Desde hace 15 años Ganadería Casa Cabo colabora con el SERIDA, “fue a través del Gochu Asturcelta con una prueba en castañedo y a partir de ahí las colaboraciones se sucedieron. Tenemos un catálogo con 116 especies distintas registradas de árboles y plantas en nuestra finca”.
Posteriormente colaboraron con el grupo operativo gallego Forestcelta que impulsó la instalación de un sistema de cría de porcino en su granja así como en otra explotación lucense. El sistema estaba patentado por la Asociación de Criadores de Ganado Porcino Celta (Asoporcel). Se basó en la utilización del sotobosque para la cría de razas autóctonas porcinas en extensivo para potenciar la conservación del patrimonio genético y la lucha contra los incendios forestales. “Fue un proyecto pionero a nivel estatal buscando ganaderías sostenibles en cuanto a eficiencia energética, automatizada, digitalizada y utilizando placas solares”, explican los ganaderos. “Los animales están en extensivo 365 días al año, a raíz de esto, decidimos dar un paso más y elaborar productos”, dice José Domingo López Lastra.
Elaboración y distribución
Después del proyecto, la explotación creció en animales y disponía de más materia prima, con lo cual pasaron a elaborar. “El paso se dio en 2023, ya vendíamos canales y medias canales de porcino e incluso hacíamos matanzas. Es un trabajo que decidimos externalizar. Empezamos a elaborar chorizo de gochu asturcelta e intentamos mejorar el producto, también lo tenemos de mezcla con buey. Y seguimos con el salchichón y el chorizo picante”, explican. “En la fábrica donde trabajamos nos sugirieron hacer beicon de gochu asturcelta y ahora somos los únicos que lo tenemos en el mercado. Además trabajamos jamones, lacones… posteriormente nos atrevimos con el beicon de buey, un producto novedoso que además ya hemos probado en cachopo, receta que estamos trasladando a los restaurantes que servimos”, avanza el ganadero.
Casa Cabo vende sus productos en tiendas pequeñas de confianza, en restaurantes, dos carnicerías en Gijón y Cangas de Onís y próximamente estará presente en las tiendas de Coalla en Oviedo, Gijón y Madrid.
En Casa Cabo la diversificación es algo que viene de la anterior generación de ganaderos, y la orografía de la zona favorece las razas autóctonas. Destacan la importancia del uso de la tecnología en su día a día pero opinan que también debería de aplicarse para evitar la farragosa burocracia que les lleva horas gestionar y les quita tiempo de realizar otros trabajos. “Es algo incomprensible y para cualquier cosa es necesario papeleo, permisos… es una locura”, afirman.
Confían en la evolución del mercado y de la hostelería, “cada vez son más los que ofrecen productos de cercanía y de calidad, artesanos y de pequeñas ganaderías”.
Proyectos futuros
Ideas no les faltan y ganas de trabajar tampoco, las complicaciones pasan por la inversión y las exigencias que deben de cumplir para poder conseguir sus objetivos. “Nuestra idea sería realizar visitas guiadas en esta finca de 30 hectáreas para dar a conocer el gochu asturcelta a modo de ruta donde se puede ver un molino, unas cuevas, bajar al río… La finca está en un bosque autóctono. Al terminar la visita nos gustaría ofrecer un menú degustación y contar con un punto de venta de nuestros productos. Me gustaría cerrar el círculo con mi restaurante. Pero por el momento no podemos desarrollarlo. A mí me encantaría dejar de trabajar fuera y tener mi negocio aquí”, argumenta Noelia de Prado. “En estas zonas desde la Administración deberían facilitar las cosas para este tipo de proyectos. También podríamos tener una sala de despiece y elaboración, pero de momento vamos paso a paso”, afirma José Domingo López Lastra, “tenemos claro nuestro proyecto, pero cada vez estamos más cansados.
Salida del lobo del LESPRE
Los ataques del lobo son otro de los problemas que sufre este ganadero que dejó la producción ecológica “por no poder tener cabras que me limpiasen las fincas, ya que hacemos sistema rotativo de pastoreo y para mí eran una de las ayudas más importantes, las cabras bermeyas que no nos queda ninguna. Con el lobo no podemos, llega a la puerta de casa y espero que con la salida del del LESPRE todo cambie y pueda volver a tener cabras”, explica el ganadero de Sela da Loura. Tienen cuatro perros y fueron de los primeros en 2017 en hacer los cierres para el lobo como medida preventiva.
“El campo tiene futuro si la Administración quiere, hay gente válida con proyectos, los jóvenes se quedarían si viesen rentabilidad. Aquí se vive mucho mejor que en una ciudad, estamos donde queremos y haciendo lo que nos gusta”, concluyen.