El presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, ha anunciado hoy la concesión de la Medalla de Asturias a Luis Benito García, director de la Cátedra de la Sidra y promotor de la candidatura que impulsó la declaración de la cultura sidrera asturiana como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
“Profesionales de diferentes perfiles han trabajado muy duro para conseguir este logro, bajo la coordinación de un comité director plenamente comprometido con su tarea, dispuesto a superar los retos y desafíos hasta conseguirlo. Era un objetivo ambicioso, pero los hechos demuestran que era posible”, ha manifestado el presidente.
En el Llagar Cortina, en Villaviciosa, donde hoy se ha celebrado este reconocimiento, Barbón ha destacado su trascendencia, que supondrá un revulsivo para Asturias “a todos los niveles”.
El presidente ha instado a no perder de vista los compromisos adquiridos en torno a la preservación y proyección de la cultura sidrera y sus valores únicos, que van desde el escanciado hasta las canciones populares, el lenguaje propio o las manifestaciones artísticas. “También debemos perfeccionar el proceso de elaboración y distribución de la sidra”, ha abundado.
“Hay mucho que hacer, y no solo desde el Gobierno de Asturias, sino también desde los ayuntamientos, las asociaciones, el empresariado, el sector turístico, la Universidad de Oviedo y la ciudadanía. Mañana mismo nos pondremos manos a la obra, pero hoy solo cabe celebrar. Estamos de enhorabuena, porque Asturies está de restallu”.
A continuación reproducimos la intervención completa del presidente:
ASTURIES TA DE RESTALLU
La cultura sidrera asturiana ye mundial. N’Asturies siempre lo supimos, nun ye nenguna novedá, la diferencia que marca la fecha del 4 d’avientu del 2024 ye qu’agora reconozlo tola humanidá.
La distinción de la Unesco non solo reafirma esti sentimientu íntimu del pueblu asturianu, sinón que lu eleva hasta universalizalu. Díxilo’l día de la declaración y repítolo agora: ye un verdaderu chute d’autoestima. La declaración de la cultura sidrera asturiana como patrimoniu mundial inmaterial sorraya’l valor del nuestru amor a la tierra, de la nuestra tradición y del nuestru arguyu. Por too esto, tamos de norabona.
Hoy nos toca celebrar ese reconocimiento, que ha sido un éxito colectivo, y agradecer la labor desarrollada a lo largo de diez años para diseñar y defender una candidatura impecable. Profesionales de diferentes perfiles han trabajado muy duro para conseguir este logro, bajo la coordinación de un comité director plenamente comprometido con su tarea, dispuesto a superar desafíos y decidido a mostrar al mundo todos los valores que encierra la cultura sidrera asturiana.
El objetivo planteado en 2014 era ambicioso, sin duda, pero los hechos demuestran que también era posible. Gracias a tantas personas y organizaciones que han colaborado para alcanzar esta meta por la que hoy brindamos en Villaviciosa, una de las capitales sidreras de Asturias.
En estos últimos once días hemos asistido a un auténtico despliegue de datos y opiniones en los medios de comunicación sobre la trascendencia del reconocimiento de la Unesco. Hemos escuchado y leído a especialistas de los diferentes sectores implicados, desde la cosecha hasta la elaboración de la bebida, la hostelería, el turismo o el mundo de la cultura. Este esfuerzo informativo revela la importancia de la distinción y también nos da la medida del revulsivo que supondrá para Asturias a todos los niveles.
Hemos conocido los testimonios de las personas que más saben de la sidra y de su contexto. Sin ánimo de competir con ellas, hay varios conceptos ligados a la cultura sidrera que me gustaría destacar.
Repasemos.
- El trabajo colectivo. La elaboración de la bebida, desde el cuidado de los pomares hasta el corchado, es una labor compartida, que implica a diferentes perfiles y sectores. No es una tarea individual, por eso la inconfundible botella verde de molde de hierro encierra el esfuerzo de mucha gente y el conocimiento de cientos de años.
- L’alegría compartida. La bebida asturiana por escelencia suel consumise en grupu y compártese hasta’l vasu. Ye una singularidá que nos iguala y nos integra. Delantre d’un culín (o culete) de sidra, nun hai clases nin xerarquíes. Esti vezu ye un reflexu fiel del calter asturianu, acoyedor y solidariu.
- El respetu pola tradición. Los valores de la cultura sidrera tresmitiéronse de xeneración en xeneración, dende la conservación de les pumaraes hasta’l cuidáu de los llagares particulares, el vezu de facer sidra casero o los festexos n’espiches y romeríes. Too eso vivímoslo na infancia y acompáñanos a lo llargo de la vida.
- Una seña d’identidá. L’echar la sidra, esa manera tan particular de sirvilo ye, más qu’una tradición, una seña d’identidá. Teamos onde teamos, una silueta cola botella n’alto trespórtanos nel intre a casa, nel sentíu más ampliu de la palabra. Ellí onde cuerre la sidra, tamos n’Asturies.
- Inspiración artística. La sidra ha sido musa para artistas de diversas disciplinas. Se ha representado en obras literarias y pictóricas, ha generado un pallabreru particular y ha sido objeto de cantares populares, dichos y lemas. Este legado aporta un valor añadido a la cultura tradicional.
- Vocación universal. La comunidad asturiana en el exterior ha tenido una función esencial en la difusión de la cultura sidrera. La emigración ha llevado siempre consigo la tradición regional, que no puede entenderse sin nuestra bebida. Al mismo tiempo, la llegada de personas inmigrantes al Principado ha extendido el conocimiento y el respeto por costumbres como el escanciado, que asturianos y asturianas de adopción practican ahora con esmero y maestría.
Güei tócanos celebrar sí, pero ensin perder de vista que tenemos deberes pendientes. Agora tenemos que facer honor a los compromisos adquiríos alredor de la preservación y proyección de la cultura sidrera. El reconocimientu de la Unesco lleva con él el compromisu de protexer y caltener esos valores únicos a los qu’acabo de referime, que dexen de ser un secretu bien guardáu pa convertise en patrimoniu de la humanidá.
D’equí p’alantre, tenemos que perfeccionar el procesu d’ellaboración y distribucion, meyorar el conocimientu de les práctiques sociales lligaes a la sidra y caltener el patrimoniu cultural tan ampliu qu’engloba, dende l’echar sidra, hasta los cantares populares, el llinguaxe propiu o les manifestaciones artístiques.
En resume, tenemos munchísimo que facer, y non dende’l Gobiernu d’Asturies namás, sinón tamién dende los conceyos, les asociaciones, l’empresariáu, el sector turísticu, la Universidá d’Uviéu y la ciudadanía. Mañana mesmo ponémonos manes a la obra, pero güei namás cabe celebrar. Tamos de norabona, porque Asturies ta de restallu.