En rescate de la castaña valduna

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Es un sector dejado de la mano de Dios: durante años, sirvió para llenar estómagos, como alternativa a la patata, y aunque más tradicional, la castaña no aparece hoy en los platos de las abuelas aunque si es cierto que poco a poco va sucumbiendo al ámbito de la transformación, como las harinas o confituras. En Asturias, muchos castañares se encuentran en estado de abandono, manteniéndose vivos sin ningún tipo de cuidado lo que no permite ni el avance ni la profesionalización del sector. La castaña valduna es el emblema del concejo de Las Regueras, una variedad única en el mundo y cuya explotación se quiere impulsar en los próximos años. En 2018, con el objetivo de “poner en valor la castaña valduna, que se está perdiendo y agotando porque no hay regeneración para los castaños”, se constituyó la Asociación Cultural Amigos para la Recuperación de la Castaña Valduna -Arecasval-, presidida desde entonces por Francisco González Valdés y la que hoy cuenta con 90 socios y protectores de esta enseña reguerana.

La entidad se gestó durante la celebración de un curso formativo sobre gestión sostenible del castaño, allá por 2011 y desde entonces no ha cesado en frenar su abandono: “somos los primeros que hemos reconocido que llevamos más de 40 años sin mirar para el castaño. Recuerdo, de niño, ver a mi abuelo injertar castaños que luego se dejaron por cuestiones laborales. Queremos recuperarla porque creemos que tiene muchas alternativas. Tiene futuro. Hay gran demanda de castaña”.

De hecho, “hay un sentir importante entre socios y vecinos del concejo. Tenemos tres personas interesadas en hacer plantaciones, otra media docena que quiere hacer resurgir castaños que no están muy perdidos y nosotros ya ponemos en valor que la asociación existe y resulta de gran utilidad”.

Con la supervisión y el apoyo científico del Serida, hace ya unos años se puso en marcha un proyecto de recuperación en la finca municipal de Las Ablanosas, en la parroquia de Valduno, que en dos hectáreas y media cobija 230 ejemplares que ya han comenzado a dar frutos. “En los últimos días hemos estado repoblando, con unos treinta árboles más. Nosotros como asociación hemos aportado con la donación de los plantones y somos los que estamos haciendo los injertos”. Y es que “la castaña valduna no nace, se hace”. Es decir, “se planta un plantón virgen o villano, y a la vuelta de uno o dos años, dependiendo del grosor, injertamos la variedad”. Y es que, “un árbol puede durar cinco o seis siglos y lo importante es que no desaparezca. Hay que llevar un mantenimiento porque si no se asalvaja y lo invaden las enfermedades”. Comienza a producir entre los 4 o 6 años, depende del “terreno, la orientación y que en el injerto no tenga ningún problema”.

Entre las labores de la organización, sin ánimo de lucro, en 2020 publicaron una pequeña guía sobre la castaña y también han instalado postes informativos por el municipio  para que los visitantes puedan seguir su rastro, además de imprimir folletos explicativo sobre la castaña valduna, que han ido repartiendo por centros escolares e instalaciones municipales como la biblioteca y establecimientos hosteleros. Por otro lado pero en la misma línea, el año pasado editaron un recetario con 40 recetas facilitadas por los socios que tienen como ingrediente principal la castaña. Sin olvidar, la realización de cursos de formativos de poda o plagas, pospuestos por la pandemia y que “queremos seguir manteniéndolos porque vemos que hay interés”.