El Plan Forestal del Principado 2022-2036 apuesta por un modelo que armonice la producción sostenible con el desarrollo económico, humano y medioambiental. El documento se alinea con los objetivos del Pacto Verde Europeo y recoge medidas para que los bosques asturianos cobren protagonismo como sumideros de CO2 y elementos clave en la reducción de la huella de carbono.
El texto, que se ha presentado ayer al Consejo Forestal, saldrá a información pública para continuar con el preceptivo procedimiento antes de su aprobación definitiva.
Asturias es una de las regiones europeas más densamente forestada y con mayor diversidad medioambiental. Dos terceras partes de la superficie de la comunidad son forestales y de ellas al menos el 60% está forestado y el 40% restante son pastizales o zonas improductivas. El nuevo Plan Forestal impulsará la explotación de la riqueza de los montes y la ordenación de los recursos para favorecer nuevos aprovechamientos generadores de valor en el medio rural.
La ordenación de los recursos se establece en función de cinco ejes:
- El mantenimiento de la biodiversidad y los ecosistemas forestales.
- La lucha contra el cambio climático.
- La apertura de la gestión de los montes a nuevas producciones económicas y sostenibles.
- El fomento de la cultura forestal y de la madera.
- La búsqueda de un nuevo modelo de gobernanza para los montes asturianos que tenga en cuenta sus particularidades y las adapte al siglo XXI.
De este modo se pretende elevar hasta 3 puntos el peso del sector forestal en el Producto Interior Bruto (PIB) durante los próximos quince años. Actualmente, las empresas de este ámbito suponen el 5% del PIB regional y una parte importante del empleo rural. Son, además, un pilar del desarrollo económico industrial del occidente asturiano.
Entre los retos recogidos en el plan figura el de favorecer que todos los procesos económicos fijen su huella de carbono en los bosques. Esto supone aprovechar el potencial de las masas arbóreas en el nuevo sistema de compensaciones en base a la absorción de CO2, de modo que no será necesario comprar derechos fuera. Reducir la huella de carbono, con la neutralidad como meta, es un claro objetivo del Pacto Verde Europeo. Los nuevos aprovechamientos de los bosques basados en la economía circular serán claves.
También se seguirán impulsando las líneas de ayudas para la plantación y conservación de especies frondosas autóctonas y coníferas. En los últimos 15 años, las frondosas autóctonas fueron las que más aumentaron su extensión (20%) y ahora se incidirá en la recuperación, aprovechamiento y potenciación del castaño y el carballo, pero también en la de otras especies propias como el abedul o el haya.
En cuanto a la planificación forestal, se mantendrán las previsiones de superficies máximas del anterior plan, conforme a los resultados de los inventarios nacionales. También se reforzarán las actuaciones contra plagas y se permitirán los cambios de especies en los ámbitos donde las enfermedades no permitan los anteriores cultivos o donde haya problemas de adaptabilidad al medio y al cambio climático que supongan una reducción de las producciones.
En todos estos procesos tendrá un papel importante la clarificación de la propiedad, que permite orientar los usos del monte a la demanda de los habitantes de la zona y a las necesidades actuales, con el fin de evitar el abandono y optimizar recursos.
Las medidas y objetivos del nuevo Plan Forestal son transversales, por lo que incidirán también en la política preventiva de incendios forestales. Todo ello se realizará a través de planes de gestión y prevención más dinámicos, que mantengan el esfuerzo en la prevención, especialmente en las áreas de mayor reincidencia, como la zona occidental.
Para cumplir estos objetivos se prevé destinar 17 millones al año de recursos propios a los montes y bosques asturianos.