La intrincada carretera que nos lleva a Sotres nos da como premio unas vistas inigualables y una tranquilidad que solo se ve alterada por el paso de algún coche y el tintineo de los cencerros del ganado. Este pueblo cabraliego puede presumir de ser una de las localidades más visitadas por los amantes de la montaña y algunos de sus habitantes siguen dedicándose a actividades tradicionales como la elaboración de queso o la ganadería. Es el caso del joven matrimonio formado por Kaelia Cotera y Abel Fernández, de la ganadería Cambureru, una de las pocas explotaciones de carne de la zona.
“Dedicarme a esto me viene de familia. Mis abuelos siempre tuvieron ganado. Como Cambureru llevamos desde 2008, pero yo llevo trabajando en esto desde crío. Mis padres hacían Cabrales pero lo dejaron y yo decidí seguir con la ganadería”, explica Abel, quien tiene a su cargo 140 cabras, 70 vacas y 70 ovejas. “Para lo que hay hoy en día, puede parecer que tengamos pocas vacas, pero aquí arriba dan el doble de trabajo”, añade. Por su parte, Kaelia destaca que “me crié en Santander y trabajaba allí como auxiliar de enfermería, pero venía a Tresviso los fines de semana. Cuando empezamos de novios tuve que elegir y me vine para Sotres. Entre los dos decidimos poner ovejas y cabras y mantener las vacas de la ganadería familiar”.
Pese a lo arduo de la tarea y la paciencia que requiere guardar el ganado en un terreno tan abrupto, Kaelia y Abel siguen apostando por el ovino y el caprino en un concejo donde predominan las explotaciones de leche de vaca. “La gente prefiere tener vacas porque dan menos trabajo. Luego nos quejamos de que el 90% de la producción de queso Cabrales se hace con leche de vaca, pero es que aquí había siete u ocho explotaciones de cabras de leche y tuvieron que venderlas. Algunos tenían que tirar la leche porque no tenían compradores”, explica Abel mientras ceba sus cabras en el invernal del Tilu.
“Cabrales no es solo leche y queso”, apunta Kaelia, para quien “los ganaderos de carne también existimos. Tenemos un producto bueno y de calidad”, añade. Para la pareja, “parece que tener cabras y ovejas es un hobby. A menos que tengas una quesería y la complementes con el ganado, es difícil darle salida”. La orografía es un factor determinante en ese aspecto. Según Kaelia, “para sacar un gran margen tienes que tener más de 200 animales y lo complicado del terreno hace que no compense”. Para la ganadera, “el Principado no mira para el ovino y el caprino y, si lo hace, es más orientado a los queseros”. “Habíamos mirado para poner la ganadería mixta, de carne y de leche. Te exigen un montón de papeleo, inspecciones y trámites pero no te aseguran que vayas a vender la leche porque no tienes a quién hacerlo”, explica Abel quien compagina su trabajo diario con la fabricación y reparación de cencerros para el ganado.
Protección especial del lobo
La declaración del lobo como especie protegida es uno de los impedimentos a los que se enfrentan los ganaderos cabraliegos. Para Kaelia, “lo tenemos muy difícil con que metan al lobo en protección especial. Nos van a dar por todos los lados porque implica muchas más cosas. La propia ley dice que no se va a poder hacer ningún tipo de control sobre las poblaciones. La gestión del Plan del Lobo va a ser cero y cualquier actividad que lo moleste va a estar prohibida y eso no solo afecta a la ganadería, también al turismo y la hostelería. Es lo que dice el BOE”, añade. En cuanto indemnizaciones por los ataques de los cánidos, la ganadera remarca “creo que nos van a vender la moto con el tema de las ayudas y, si queremos cobrarlas, va a ser cuando y como ellos digan y tampoco son así las cosas”. “Te doy subvenciones, pero te tengo atado a lo que yo te diga”, resume Abel.
Pese a que esta temporada apenas hayan sufrido ataques, Kaelia afirma que “en los últimos tres años habremos perdido cien animales por culpa del lobo y, de seguir así, es inasumible”. “Te puedes hacer a la idea de perder cinco o seis cabras porque enfermen o se despeñen pero, ahora, si crías 30 y sobreviven la mitad puedes darte con un canto en los dientes”, explica Abel, quien detalla que “algunos me dicen que ponga más perros para defender el ganado y yo les respondo que esto no es Castilla. Aquí no puedo tener mil ovejas como tienen ellos e ir por ahí con un montón de perros. Aquí, teniendo pocas cabras, ya se esparcen por todos los sitios”.
Dudas ante la nueva PAC
El marco legal europeo es otro de los frentes abiertos para los ganaderos asturianos, especialmente, para los dedicados a la explotación de carne de cabra y oveja. Para Kaelia, “la antigua PAC supuso que nos recortaran más de la mitad de los pastos que teníamos asignados por piedras y pendientes, pero no cuentan el verde que hay alrededor”. “Pasamos de 200 hectáreas a cerca de 80, lo que implica que, con los derechos de pago básico, no llegue a mil euros lo que nos puedan dar por un rebaño de cabras y eso no es nada”, subraya Abel. “Los ganaderos de caprino y ovino estamos en dudas de si firmar o no la nueva PAC”, detalla Kaelia, quien considera que “nos exigen mantener casi el mismo número de animales desde el primer año hasta el séptimo. Con las pérdidas que tenemos aquí, si el lobo nos mata 40 cabras como en años anteriores, luego no podemos cumplir los cupos que nos hacen firmar. Todo el mundo dice que hay más problemas aparte del lobo en el mundo ganadero, pero si el lobo te mata 40 animales y la mitad de los que me quedan son de reposición, me va a dar igual la PAC o a cómo se vende la carne o la leche porque no voy a tener nada que vender”, añade.
Nevadas
Situados a más de mil metros sobre el nivel del mar, los vecinos de Sotres saben lo que es quedarse incomunicados a causa de la nieve. A la sinuosa carretera de alta montaña se le suman peligrosos neveros y maquinaria anticuada para limpiar los accesos. “La nevada fue jodida. Estuvimos cerca de un mes sin ver a nuestro hijo porque estaba en Tresviso y se quedaron incomunicados. La carretera no estaba cerrada del todo pero estaba muy mal”, explica Kaelia. “Aquí en Sotres, solo estuvimos tres días cerrados, pero no por la cantidad de nieve, sino porque la máquina se avería cada poco y no pudo limpiar la carretera. Es algo a lo que estamos acostumbrados y yo no me quejo, porque sabes que van a abrir tarde o temprano”, apunta Abel. “Lo que no es normal es que desarrollen tantas nuevas tecnologías y luego no inviertan en lo básico, como son las infraestructuras”, detalla Kaelia, para quien “que nos quedemos incomunicados no es culpa de los maquinistas, que ya bastante hacen con jugarse la vida en esta carretera con una maquinaria antigua y con carencias en el mantenimiento. Además, cada vez sube más gente y no son conscientes del peligro que corren subiendo por esta carretera. No es que nos quejemos de vicio y queramos espantar a los turistas, es que ha muerto gente por un alud”, añade.
Impacto del turismo
Sotres es uno de los destinos de referencia en Picos de Europa para el turismo de montaña. Tanto es así que la localidad ha ido cambiando con el paso del tiempo. Las antiguas cuadras y casas de aldea han dado paso a negocios de hostelería y turismo activo. En contra de lo que pudiera parecer, para Kaelia “el turismo es bueno para todos, pero hace falta concienciar a la gente. Hay veces que salen como las vacas cuando las sueltas de la cuadra. Entiendo que no todo el mundo tenga conocimientos rurales, pero hay que tener un poco de sentido común. Esto se nos llena de coches en verano. Aparcan a la puerta de las cuadras o impidiendo que podamos pasar con un tractor de hierba. Luego te ponen la excusa de que no vieron ninguna señal”. En opinión de Abel, “parece que el Principado y el Parque Nacional solo hacen leyes para los que vivimos aquí y no para los turistas. Si yo tengo el cuarterón de la cuadra abierto, no tienes porqué entrar, igual que si yo veo la puerta de tu casa abierta, no entro en ella”, explica.
Planes de futuro
Pese a los daños causados por el lobo y un marco regulatorio asfixiante, la pareja de jóvenes ganaderos no se rinde. “Mientras podamos resistir y no nos echen, seguirá habiendo cabras y ovejas en Sotres”, afirma Kaelia, para quien “esto está tan mal gestionado que nos ha llevado a emprender un negocio alternativo. Tenemos la idea de montar un restaurante para darle salida a nuestra carne y, si nos va bien, mejorar y ampliar la ganadería”. “Yo solo sueño con tener una cuadra en la que no pegue con la cabeza y poder sacar el cuchu con una pala”, añade Abel entre risas. En cuanto a la posibilidad de elaborar quesos, Kaelia señala que “a mí me gustaría. Pero no haríamos Cabrales, sino un tipo de queso de puerto, como los que se hacen en las cabañas de Onís. El problema es que ni el Principado, ni el Ayuntamiento se pusieron las pilas y solo encontramos impedimentos”. Para Abel, la solución para el ganado ovino y caprino pasaría por “hacer un tipo de queso igual que el Gamonéu del Puertu. Sería un Cabrales del Puertu con un precio más alto que el normal”. “Si va bien el restaurante, quizá nos liemos a montar una quesería,” explica Kaelia, quien considera que “Asturias tiene un potencial en corderos y cabritos que no se está sabiendo explotar”.