Licenciado en Psicología e involucrado en el desarrollo de internet y las tecnologías de la comunicación y la información desde hace 20 años, Pablo Priesca afronta desde la dirección del CTIC el “sandbox” de Peón. Esta iniciativa, pionera en España, pretende convertir el valle de Peón “en un laboratorio en tiempo real donde poder atrevernos a promover la innovación y desarrollar tecnología con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las comunidades rurales y de sus actividades económicas”, en palabras de su director.
-¿Cómo han acogido este proyecto los vecinos de Peón?
-Creemos que muy bien. Lo que intentamos hacer es seguir con el objetivo fundacional de la antigua granja escuela que legó Ramón Álvarez de Arriba adaptándolo a las necesidades del siglo XXI. Sabemos que los vecinos tienen un sentimiento de que es algo muy singular y propio en Peón. Por eso, necesitamos que entiendan este proyecto como algo suyo.
-¿Qué oportunidades y ventajas puede aportar el “sandbox”?
-Esto pone a Peón en el mapa de los nuevos modelos de desarrollo rural en España. Que podamos experimentar tecnología en ganaderías o explotaciones agrarias de la zona hace que los propietarios de estas se den cuenta de las posibilidades que les ofrece. Van a tener la oportunidad de introducir esa tecnología en su día a día. Concebimos el “sandbox” como un centro irradiador de tecnología e innovación que repercuta en todo el valle de Peón. Además, nuestro modelo es exportable y adaptable a las características propias de cada territorio. Tenemos muy claro que tenemos que partir del conocimiento local para crear innovación.
-¿Cómo puede ayudar la tecnología a frenar la despoblación en el medio rural?
-La despoblación es un síntoma de un problema mucho más grave y en él intervienen múltiples factores. Uno de ellos es que hay que repensar el medio rural. Para ello, necesitamos una visión política clara y probar cosas diferentes. Con los modelos que se han probado hasta ahora y con seguir haciendo más de lo mismo, las consecuencias ya las conocemos todos. Se necesitan, también, cambios regulatorios muy importantes y una regulación adaptada a lo que queremos que sea el medio rural. El medio rural que conocemos deja de ser natural en cuanto faltan los paisanos y las paisanas que viven en los pueblos. Cuando estos ya no están, deja de ser natural para convertirse en matorralización. Luego nos asustamos de que los jabalíes estén en las ciudades y de que los lobos se acerquen a entornos urbanos. La ciudad no sabe gestionar el medio rural y lo ha entendido como una zona de disfrute, pero hay que mantenerlo y hacerlo productivo y, para ello, hay que habitarlo. Y para habitarlo, tiene que haber unas determinadas condiciones. De lo que se trata es de generar esas oportunidades para que la gente se quede a vivir en él. Por ejemplo, ya empieza a ser impensable que no haya buena cobertura de telecomunicaciones en el campo. Al respecto, estamos mejor que hace ocho o diez años y dentro de diez años estaremos infinitamente mejor que ahora. Existen deficiencias severas que hay que solucionar pero, si queremos fijar población, debemos ofrecer este tipo de servicios y mejorar los que ya existen. Las telecomunicaciones van a jugar un papel fundamental y van a hacer que se fije población.
-Otro de los problemas más preocupantes en Asturias es el éxodo juvenil y la pérdida de población activa.
-El problema del despoblamiento del medio rural viene de muy atrás y, sin embargo, nunca ha formado parte de la estrategia política, ni en Asturias, ni en España, ni en Europa. Pero, desde hace unos dos o tres años, ya existe una preocupación en las capas políticas más altas respecto al tema. En cuanto a la marcha de jóvenes al extranjero, no nos debemos extrañar. Es un proceso que ocurre en todo el mundo y no podemos poner puertas al campo. Sin embargo, si generamos oportunidades, siempre va a haber una migración. Habrá gente que se va a quedar o gente que va a venir.
-Además de mantener servicios básicos como la asistencia médica o la escuela rural.
-Nadie duda de la trascendencia que tuvieron las escuelas rurales. Sin embargo, fueron creadas desde la mentalidad de lo urbano y fueron, en muchos casos, la puerta de salida de población del medio rural hacia las ciudades. Esto se debe a que la cultura académica nos trasmitió la idea de que el modelo de desarrollo adecuado era lo urbano, frente a un modelo de atraso que era lo rural. Por ponerte un ejemplo, La RAE definía, hasta hace muy poco, lo rural como “inculto, tosco o apegado a las cosas lugareñas”. Esto no es una crítica a la escuela rural, que sigue siendo una necesidad imperiosa, sino al modelo educativo que se implantó en ellas. Las escuelas rurales deben revalorizar la cultura del campo, que fue muy denostada desde el mundo urbano.