Ganadería Toño Patallo, pasión por la genética

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Si algo diferencia a la Ganadería Toño Patallo es estar posicionada entre las mejores de Asturias en las pruebas genéticas, genómicas y combinadas de CONAFE. Con un ICO de 2980 es la primera ganadería asturiana y ocupa la posición 19 en el ranking nacional así como la tercera asturiana en el listado de Mejores Criadores por Calificación Final con una media de 85,48 puntos, después de Ganadería Diplomada Badiola S.L. (87,13) y Casa Flora S.C. (85,90) y la quinta en la lista nacional. Varias de sus vacas pasaron los 100.000 litros de producción vitalicia y el año pasado recibió el título de Maestro Criador de CONAFE.

La peculiaridad de esta granja ubicada en El Pito (Cudillero) es su dimensión, cuenta con pocas cabezas, no ha hecho grandes inversiones, y siendo el único trabajador de la ganadería, utiliza un manejo tradicional en el que los animales salen todos los días, continúa “segando verde” y subcontrata los trabajos que no puede realizar solo. Es socio de Central Lechera Asturiana, de Campoastur y de ASCOL, y se implica cuando es necesario defender sus ideas. Se trata de un hombre que pone pasión en todos sus retos, deportista y amante de la natación y del yoga, cree que el futuro del sector lácteo pasará por mantener explotaciones familiares y sostenibles con una media de 60 animales con robot de ordeño. “Habrá que ser más eficientes y contaminar menos”, sentencia.

Las circunstancias de la vida, ya que “no viene como tú quieres”, hicieron que desde muy joven ya fuera a la mar, que su afición al ciclismo lo llevase a correr con profesionales de la talla de como Gorospe, Marino Lejarreta, Pedro Delgado o Álvaro Pino entre otros, corriese maratones o que pasara dos años en la Brigada Paracaidista. Simples anécdotas para un hombre que con 24 años compró la casería de El Pito con 12 frisonas y descubriese su auténtica pasión, la ganadería láctea y sus posibilidades genéticas de mejora. El nombre, Patallo, en homenaje a sus raíces familiares. Empezó pidiendo una hipoteca y tuvo que hacer frente a piedras en el camino como el vacío sanitario que sufrió en 1992. Él se muestra satisfecho con los resultados, sin grandes pretensiones reconoce que “de las vacas se vive” y que a día de hoy con ellas “gana lo suficiente”.

“No crecí mucho en vacas, tendría que haber invertido en instalaciones, me dediqué más a tener animales de calidad, cuidados, no los fuerzo nada. Con 23 vacas ahora mismo, la producción de la ganadería es de 300.000 litros de leche anuales. Cuento con 20-25 terneras de recría, de las cuales vendo alguna. La venta de vacas a otros ganaderos supone un ingreso extra al igual que la venta del desvieje, ya que al ser animales grandes ayuda mucho”, explica José Antonio.

 

En su ganadería se cuida la genética, reconoce que siempre le gustó. La primera vez que le visitó el calificador tenía una vaca con 80 puntos, le dijo que a ver si conseguía tenerlas todas con esa puntuación. “Actualmente, en la última calificación de junio, la media es de algo más de 86”, afirma. Ha seleccionado sus animales, “busco el equilibrio y lleva tiempo la obtención de resultados, esto es como invertir en bolsa, ya que realmente al elegir un toro, los resultados los ves a los cuatro años, cuando la ternera termina la primera lactación”. Le gusta estudiar y analizar rigurosamente los toros que elige para sus vacas, a veces utiliza los programas que dan los resultados de acoplamiento y “lo suelo usar para comprobar la cosanguinidad”.

Las vacas de alta valoración genética, como las de la Ganadería Toño Patallo, tienen la posibilidad de asegurarse por precios elevados. “La media para las vacas reproductoras está en una valoración de 2.450 euros y para la recría en 1.247 euros, es una suerte poder hacerlo”, comenta.

Su cuadra es antigua, lo que requiere más trabajo físico, porque “sigo sacando el cucho con carretilla” y cuenta con ordeño directo. Las vacas están en la granja para los ordeños donde también se alimentan de concentrado “muy básico” y mezcla húmeda de maíz, melaza y pulpa de remolacha. Y fuera “les pongo una bobina de silo o un viaje de verde”. No realiza cambios en la alimentación desde hace años y si los hace son “minimos”, tampoco técnicos de nutrólogos o veterinarios, ya que los considera muy importantes.

En un futuro José Antonio opina que “habrá dificultades para vender leche con marca Asturias. Por ejemplo, en Cudillero somos una treintena de ganaderos, pero en cuestión de cinco años, quedarán pocos por tema de edad, y esto pasará en el resto de la región. Los grandes ganaderos no podrán asumir esa producción”, expone este ganadero vocacional que atiende a sus animales con la mayor dedicación y no duda en salir de madrugada si hace mal tiempo para que las vacas no pasen frío y se resguarden.

Sin duda el trabajo en su caso ha tenido recompensa. Para conseguir sus objetivos ha contado con el mejor apoyo, con el de su familia. Su madre, Avelina, con 86 años, también colabora y no se resiste a darles la leche a los ‘xatinos’. Su mujer, Belén, siempre se ha dedicado a la formación, pero es su gran respaldo, incluso cuando con el vacío sanitario valoró cambiar de sector fue ella la que lo animó a seguir, porque era consciente de que la ganadería es su pasión. Su otro pilar, su hija María, ingeniera eléctrica que trabaja en CAPSA con una beca de la Universidad a través de un máster de ADE. A ella le gustan las vacas y colabora en lo que puede “en noches duras de partos difíciles”, además fue protagonista de uno de los anuncios de Central Lechera Asturiana.