Empleo. Ni carreteras, ni guarderías, ni conexión a Internet, que también son necesarias. Solo el empleo puede evitar que los pueblos de nuestra región, y de toda España, sigan desangrándose. Esa es la opinión de los alcaldes asturianos consultados por este periódico, sobre la encrucijada del despoblamiento rural, que avanza inexorablemente, silenciando pueblos y aldeas.
Desde Ribadedeva (1.758 vecinos, según el último padrón), el ‘extremo Oriente’ de Asturias, su regidor, Jesús Bordás, reconoce que el abandono del medio rural “es un problema grave, que seguirá empeorando y para el que no hay soluciones a corto plazo”. En su opinión, solo si se pusieran en marcha políticas activas, y de forma inmediata, podría frenarse el éxodo rural. “Como alcalde, siento una gran tristeza cada vez que el censo muestra que otro pueblo se ha quedado vacío, tristeza e impotencia”. Por muchas iniciativas que ponga en marcha a nivel municipal, “son insuficientes”. Solo la acción conjunta de las tres administraciones –local, autonómica y estatal-, podrían atajar el problema. “Los jóvenes se marchan en busca de empleo, y en el campo solo quedan los mayores. ¿Qué motivos podemos darles para volver?”. En opinión del regidor ribadedense, “las infraestructuras y los servicios son necesarios, pero el trabajo es imprescindible”. El despoblamiento es un problema estructural que puede combatirse con el apoyo a los emprendedores. “Necesitamos gente que apueste por el sector primario, y también por el comercio y la industria. Si no creamos empleo, los pueblos quedarán vacíos en una o dos generaciones”.
Desde el Oriente, al Occidente. En San Martín de Oscos (393 vecinos), su alcalde, Javier Martínez, coincide en el diagnóstico “la situación es grave e irá a peor”, y señala que, siendo realistas no tiene vuelta atrás. “El campo nunca volverá a ser cómo lo conocimos hace 50 años. Es inviable”. Sin embargo, sí hay futuro, pero un futuro diferente, pero “solo si las medidas para frenar el desierto demográfico van más allá de construir una carretera, o de prometer un empleo de oficina a los jóvenes en la capital más cercana, confiando en que vuelvan cada día al pueblo”. Para Javier, la supervivencia pasa por el desarrollo de la industria agroalimentaria, y de la apertura o el traslado de fábricas al medio rural. “El empleo rural, agrario, fija población. La industria primaria, vinculada a la producción agroalimentaria, debe estar aquí, y no en el cinturón de las grandes ciudades. Cuanto más cerca del origen de los alimentos, mejor. El alcalde añade otras medidas que ayudarían a mitigar la despoblación, siempre unidas al empleo. “Demos beneficios fiscales a las empresas que elijan el campo, y pensemos también en nuestros mayores. Muchos tienen que irse a residencias situadas en el entorno de grandes capitales de concejos, cuando podrían estar mejor cerca de sus hogares. Y además, fijando empleo y población”.
Ningún concejo se escapa del despoblamiento. Tampoco Cangas del Narcea, a pesar de ser un municipio de referencia y contar con 12.579 habitantes. “Perdemos unos 200 vecinos al año”, explica su alcalde, José Víctor Rodríguez. “Las cuentas están claras, las defunciones y la marcha de jóvenes superan a los nacimientos y la llegada de emigrantes”. En su opinión, en toda España se da un proceso de ‘centralización’, con Madrid como principal referencia. “Si las capitales de provincia no crecen, ¿cómo vamos a hacerlo nosotros?”. En su opinión, el empleo, sumado a las infraestructuras sanitarias, educativas y de comunicaciones, es la clave. “Necesitamos más industria, vinculada al turismo, la agricultura y la ganadería, a los productos de ‘kilómetro cero’ con valor añadido”. Si hay actividad, se darán las condiciones para revertir la situación. “El gran reto es que un abogado, un médico o un agente de seguros, puedan instalarse aquí y tener clientes, que el campo sea atractivo. Ver el medio rural como un mercado con mucho potencial”. El problema, es que “los jóvenes de Cangas, al cumplir los 18 años, se suelen ir a Oviedo a seguir estudiando. Y es muy difícil que después regresen”. El Ayuntamiento ha creado, a través de ayudas al empleo, 40 puestos de trabajo en el concejo, pero es necesaria “más agilidad a la hora de tramitar y conceder ayudas europeas, una gran herramienta para ofrecer ventajas y alternativas al despoblamiento”. Y más ideas. “Si en la zona rural se ofrecen rebajas en algunos impuestos, como el IRPF o el de Sucesiones, atraeríamos a nuevos vecinos”.
En Amieva (675 vecinos), José Félix Fernández, advierte del ‘peligro’ de las infraestructuras. “Nosotros estamos muy cerca de Cangas de Onís. Los pueblos que están junto a las carreteras, han resistido mejor al despoblamiento que aquellos peor comunicados. Pero los jóvenes utilizan esas mismas carreteras para marcharse”. Dar marcha atrás al despoblamiento es imposible, pero podría amortiguarse con empleo de calidad, mejores conexiones por tren, o conectividad a Internet. “El problema de fondo es que los pueblos no le importan a nadie, solo en elecciones. Los que vivimos aquí somos los únicos que vemos cada día como se van apagando las poblaciones. Cuando los pueblos tengan la importancia social y política que merecen, seremos escuchados. Pero me temo que España ha elegido otro camino, el de volver a la centralidad de las capitales. Y todo por culpa del empleo”.
Cuatro visiones desde cuatro concejos envejecidos, cuya población ha iniciado una cuenta atrás, que a este ritmo, tarde o temprano, llegará a cero. Al menos, en los pueblos más remotos y olvidados.